Perón: “Para Uruguay la buena vecindad, es que nosotros seamos los buenos y ellos los vecinos”
Impresionante texto de Juan Perón sobre los conflictos que vivió con Uruguay, de increíble actualidad. Allí, revela que su abuela era uruguaya y afirma: “Señores, ustedes han perdido el derecho de invocar el honor porque su gobierno ha conspirado contra un vecino”Algunas cosas lamentablemente parecen no cambiar. Las tensiones políticas entre Uruguay y la Argentina que hoy giran en torno al caso Botnia, son apenas un episodio más en una historia que tuvo más desencuentros de lo que las constantes apelaciones a la “hermandad” de los pueblos rioplatenses, parecen indicar.
En el impresionante libro
“La fuerza es el derecho de las bestias”, que un exiliado y derrocado Juan Perón escribió en 1958, el fundador del justicialismo abunda en comentarios tremendos sobre el Uruguay, combinados con impactantes anécdotas sobre supuestas prácticas corruptas del todavía vigente grupo Bemberg, que también ofrecen una tremenda vigencia. Contra lo que algunos piensan, parece que la corrupción en la Argentina no es precisamente un problema original.
Por una cuestión de prioridad editorial a continuación se transcribe en primer lugar el texto referido al Uruguay y luego el de los Bemberg, que en el texto original aparecen en orden inverso. Textos de lectura fácil, desprejuicida, erudita y con enorme sentido del humor, que sí hace pensar que al menos en la forma de expresarse de nuestros políticos, todo tiempo pasado fue mejor.
El caso del Uruguay Lo que la familia Bemberg fue en la Argentina, el Uruguay es en Sur América. Aquélla acaparó cerveza, éste acapara democracia, pero en mentalidad y procedimiento, no hay diferencias.
Yo nunca he sentido sino afecto hacia este pequeño país tan vinculado al nuestro por lazos de sangre; tal es para mí así que, una de mis abuelas era uruguaya, de la Banda Oriental, como le llamábamos entonces.
Pero de un tiempo a esta parte, sus gobiernos se han puesto insoportables por su mala educación y sus malas costumbres. La buena vecindad la entienden siempre que nosotros seamos los buenos y ellos los vecinos.
Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, el señor Batle Berres, que entonces era Presidente de la República Oriental del Uruguay, me pidió una entrevista que dispuso fuera en el Río de la Plata, donde nos encontraríamos el día y la hora que él también dispuso. Yo creí que, con tanta exigencia, nos iría a dar algo, pero no fue así.
Yo acepté y un día nos encontramos en el Río de la Plata cerca de Carmelo, donde concurrí en el pequeño barco de la Presidencia y él lo hizo en un barco grande pintado a rayas. La entrevista fue relativamente cordial. Yo me acompañaba con Don Miguel Miranda, Presidente del Consejo Económico, por si había "algo que recibir". Se trataron de algunos temas naturalmente "democráticos" y Batle Berres me leyó una declaración que haría de carácter también democrático dirigida al Uruguay. Después fuimos al asunto. Se trataba que el gobierno argentino permitiera pasar al Uruguay ganado sin cobrar en dólares y que se hiciera una política cambiaría que permitiera a los argentinos ir a veranear a Montevideo.
Con referencia al ganado, en ese año habían pasado ya en esas condiciones, ochenta mil cabezas y el Presidente pedía cuarenta mil cabezas más con la palabra que serían empleadas en el consumo y no en la exportación. Consultado Miranda encontró incontentes porque en ese momento había carencia dc ganado en los frigoríficos. Sin embargo, tratando de tener un gesto amistoso con el Uruguay, accedimos y prometimos disponer lo necesario para hacer efectiva la entrega, siempre que fuera para consumo y no para competidor en los precios con la exportación argentina.
Prometimos ocuparnos de favorecer el turismo argentino a Montevideo en lo que nos fuera posible, sin perjudicar nuestros balnearios.
Este fue el comienzo. Estábamos lejos de imaginar lo que ocurriría después.
En el año 1947 comenzamos a padecer. Una campaña insidiosa se inició en los diarios del Uruguay contra el gobierno argentino. Nadie le hizo caso. Todos nos limitamos a exclamar: Va, es el Uruguay. Poco tiempo después se inició por la radio la misma campaña, pero entonces ya supimos que era Bemberg quien la financiaba y también agentes de los Estados Unidos. Dijimos entonces, Dios los cría y ellos se juntan.
Hasta entonces el gobierno disimulaba su intervención, aunque nosotros sabíamos bien a qué atenernos.
En esa oportunidad explotó una bomba. Resultó que, quebrantando su palabra, el Presidente Batle Berres, con alguno de sus allegados, había realizado un negociado con las cuarenta mil cabezas de ganado, pedidas en nombre de su pueblo. Las habían hecho faenar en el Frigorífico Nacional y las habían exportado en competencia con nuestras carnes, lo que trajo una disminución en los precios.
Hicimos saber ese hecho a la Embajada y como era natural, no recibirnos ni contestación. Dada la naturaleza de la cuestión, era lógico que así fuera, pero desde ese momento no se autorizó más ventas de ganado al Uruguay en esas condiciones
La República Argentina compraba toda la arena para construcciones en Carmelo, favoreciendo así a numerosos areneros y al intercambio comercial entre los dos países. Mi acuerdo fijaba que ese intercambio se produciría siempre por créditos recíprocos, a cubrir siempre con mercaderías. En el año 1949 terminó el convenio y el Banco Central de la República Argentina fue condenado a pagar en cuarenta y ocho horas el saldo, que importaba unos tres millones de dólares. Esto dio lugar a gestiones ante el gobierno uruguayo que contestó que eran cuestiones del Banco Central, desentendiéndose del asunto. Fue necesario pagar los tres millones de dólares en un día. Pero, bien valía esto la experiencia.
Nosotros no pedíamos, ni queríamos seguir pagando la arena en dólares. Se organizaron las compañías areneras argentinas y hoy ciento cincuenta barcos y casi diez mil obreros argentinos viven de esa actividad. Uruguay ha perdido definitivamente el mercado.
Tan pronto esto sucedió, arreció la campaña radial y publicitaria contra nuestro gobierno. El gobierno uruguayo tomó a sueldo a todos los exiliados y traidores argentinos que encontró y sin el menor reparo se organizó un comando revolucionario al que puso a su disposición fondos y otros medios. Uruguay pasó a ser refugio de facinerosos y un portaaviones de los que huían después de sus fracasados golpes criminales.
Política peligrosa para el Uruguay, porque eso puede quedar como un recuerdo, para devolver el favor cuando sea oportuno. A mi me han visitado varias veces algunos uruguayos para hacer una revolución. Yo los convencí de no hacerla y dije que no me prestaba para intervenir en los asuntos internos de otros estados. Francamente, hoy estoy arrepentido!
El comportamiento miserable del Uruguay en 1947 con el Paraguay, se ha repetido en 1955 con la Argentina, con la misma falsedad y la misma hipocresía.
Se han quejado del cierre de la frontera, ocasionada porque estos señores vivían del contrabando y de paso, nos inundaban de panfletos. La misma queja debe sentirse entre los ladrones y criminales cuando les cierran las casas.
Señores uruguayos: han perdido el derecho de invocar el honor porque su gobierno ha conspirado contra un vecino y ha participado en la lucha por el mismo móvil que los revolucionarios argentinos: el dinero. Ellos lo cobraron en efectivo, ustedes en vacas, turismo y radios. Dios los perdone. Todavía algún día hablaremos.
El caso Bemberg La familia Bemberg en la Argentina es algo así como un inmenso pulpo venenoso que todo lo va emponzoñando y ocupando.
La corrupción de funcionarios públicos fue su especialidad. La "coima" es una institución bembergiana. Penetró el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. No hubo rincón de la Administración Pública donde Bemberg no llegara con su corrupción.
Mediante este procedimiento delictuoso llegó a amasar una gran fortuna; como Al Capone, se dedicó a la cerveza y constituyó el más extraordinario monopolio, para estar también fuera de la ley en este aspecto. Sus abogados fueron también famosos como lo son en el foro los que se dedican a esta clase tan torcida del derecho.
Bemberg fue tomando todas las cervecerías del país después de arruinar a sus legítimos dueños por la competencia desleal. Tomó todas las fábricas de levadura y monopolizó las malterías. Era desde ese momento el "Rey de la Cerveza"; como tal, había terminado con todos. Obtenido esto, se dedicó a la yerba mate y tal vez habría creado otro inmenso monopolio si las cosas no hubieran cambiado con la muerte de "Don Otto".
A la muerte de este señor sus herederos iniciaron juicio sucesorio, de esto hace casi veinte años y con gran sorpresa para el fisco, su fortuna se reducía sólo a seiscientos mil pesos. Terminado el juicio, frente a tan insólita y absurda simulación, el Consejo Nacional de Educación denunció la evasión de impuestos y el asunto pasa a la justicia federal. Allí el juicio durmió el sueño de las cosas olvidadas durante quince años, en los que los herederos Bemberg han de haber movido algunas "influencias" para que "no se hablara más del asunto". "Hijos de tigre, tenían que salir overos".
En 1946, cuando recibí el gobierno y no tenía ni noticias del "caso Bemberg", un señor José Luis Torres inició una campana en los diarios y por folletos, sobre esta defraudación al fisco.
En ese entonces se había creado el Ministerio de Educación, en reemplazo del antiguo Consejo Nacional de Educación, que era quien percibía los impuestos a la herencia y las herencias vacantes. Pedí al ministro que estudiara el asunto y cumpliera la ley. Desde entonces el juicio marchó.
Sería largo historiar todo lo que se comprobó en ese juicio que, por otra parte, ha sido publicado en extenso: Las demandas eran de dos caracteres: una por defraudación al fisco y otra por monopolio. Eran tan abrumadoras las pruebas que ambos juicios aunque largos y laboriosos, terminaron condenando a la sucesión Bemberg y ordenando la liquidación de sus bienes en rebeldía porque todos los Bemberg habían desaparecido del país. Se comenzó la liquidación pero mientras se estaba en ello, se comprobó que algunos testaferros actuaban para adquirir para Bemberg lo que el mismo Bemberg vendía. Esta superchería hizo que el Congreso tomara cartas en el asunto y dictara una ley especial sobre cómo debía hacerse la liquidación.
Mediante esta ley, dictada en resguardo de la justicia misma, fue posible que el Estado tomara cartas en el asunto y procediera a una real liquidación de los bienes. Mediante ello también fue posible que el Sindicato de Cerveceros y afines de la República Argentina, que agrupa a todos los obreros de Bemberg, pudieran comprar las cervecerías y los establecimientos afines, pagando un precio justo y convirtiéndose en propietarios, mediante el sistema cooperativo. Tenemos más cerveza y es del Pueblo.
También en este caso los "libertadores" prometieron devolver a Bemberg, que los "financió", sus bienes, despojando a los obreros que compraron de buena fe, mediante un fallo definitivo de la justicia una ley nacional que dispuso la liquidación.
Aunque estos "libertadores" han dado muestras de desconocerlo todo, imagino que entre ellos habrán algunos que tensan algo de juicio y conozcan algo de derecho, aunque generalmente en las dictaduras militares el derecho suele ser la cosa más olvidada, más desconocida y más aborrecida: los dictadores son el derecho. Por es Cicerón afirma: "La fuerza es el derecho de las bestias".