- OPORTUNIDAD -
Frente a una nueva oportunidad
La XVII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado, que comienza hoy en Santiago de Chile, ofrece una nueva oportunidad a la Argentina y a Uruguay para comenzar a dirimir el conflicto que genera la instalación de la pastera Botnia en la margen oriental del río Uruguay. En esta ocasión, en presencia del rey Juan Carlos I de España, en su carácter de facilitador del diálogo, ambos gobiernos tendrán ocasión de entablar una auténtica negociación de cara a un diferendo sobre el cual no han podido, por sí solos, encontrar una solución razonable.
Voces del gobierno español, involucradas desde la Cumbre Iberoamericana anterior en el conflicto, han dicho que confían en que ambas partes dejen de evitarse y, en lo posible, retomen aquello que entre argentinos y uruguayos nunca debió faltar: el diálogo.
En parte, haber superado las elecciones presidenciales argentinas, en las que triunfó la senadora Cristina Fernández de Kirchner, despeja el horizonte y, a su vez, quita presión política a su marido, el presidente Néstor Kirchner, más dispuesto en los años que lleva el conflicto a tolerar los cortes de ruta de los asambleístas de Gualeguaychú que a sentarse a conversar con su par uruguayo, Tabaré Vázquez.
Corrió tanta agua bajo el puente, sin embargo, que la mera mención de la palabra negociación, a la cual apela la corona española como remate del trabajo de facilitación emprendido por su representante ante las Naciones Unidas, el embajador Juan Antonio Yáñez Barnuevo, aún suena prematura frente a expresiones que, si bien fueron morigeradas en las últimas semanas, no han sido atenuadas en la práctica: mientras la presidenta electa de la Argentina aceptó expresamente que la pastera comenzará a funcionar en algún momento, Tabaré Vázquez pone como condición del diálogo el compromiso argentino de impedir los cortes de ruta.
Si se lo mira de este modo, el conflicto no deja de estar trabado, lo cual significa que, tras un año de buenos oficios de Yáñez Barnuevo, ninguno de los dos gobiernos ha cambiado de actitud. El tiempo transcurrido pudo haber acentuado la idea, ahora aceptada por la futura presidenta Kirchner, de que una inversión millonaria como la realizada en Fray Bentos no puede detenerse. "Botnia va a empezar a funcionar, antes o después. Y habrá que comprobar si contamina o no. Si no contamina, las protestas no tendrán más razón. Si contamina, se deberán hacer los reclamos necesarios. Entretanto, no debemos hipotecar la relación con Uruguay en otros terrenos", dijo la presidenta electa.
En cierto modo, Tabaré Vázquez tuvo un gesto con el presidente Kirchner: esperó que pasaran las elecciones argentinas para otorgar el permiso final a Botnia. Más allá de esa gentileza, el gobierno argentino calificó el permiso de provocación, sobre todo porque el conflicto en sí está pendiente de ser resuelto, por iniciativa argentina, en la Corte de La Haya.
En esa instancia, la Argentina acusó a Uruguay de violar el Estatuto del Río Uruguay por haber autorizado la instalación de la pastera en forma unilateral. Es decir, la obra en sí es ilegítima a los ojos del gobierno argentino.
El problema es que la pastera ha sido construida y es inminente su puesta en funcionamiento. Es curioso que la Argentina haya recurrido al máximo tribunal de las Naciones Unidas para dirimir el conflicto. La cláusula no fue puesta por el temor del país grande al país chico frente a la posibilidad de conflicto, siempre remota entre hermanos como los argentinos y los uruguayos, sino por el resguardo del país chico frente al país grande.
Tal complejidad ha adquirido el conflicto que todo se centra ahora en la voluntad política que ambos presidentes exhiban en Santiago de Chile para aceptar el pedido de la corona española de entablar una auténtica negociación. La prudencia reina en ambos gobiernos, irreconocibles si uno sólo piensa en las coincidencias que unen a ambos pueblos desde sus orígenes.
Se trata, sin duda, de uno de los capítulos más oscuros de la política exterior argentina, confundido generalmente con una cuestión de política interna. Quizás el traspaso del poder en la Argentina surta un efecto positivo y, por respeto a las partes involucradas, ambos gobiernos arriben a una solución consensuada. La Cumbre de Santiago de Chile, con el rey Juan Carlos en persona, ofrece una inmejorable oportunidad para la reflexión y el diálogo sereno entre dos líderes que, por el bien de todos, deben dejar de lado cualquier mezquindad política y ponerse a la altura de las circunstancias.
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