- BUROCRACIA -
Eficaz herramienta antiburocrática
La burocracia es enemiga de la eficiencia. Por esta razón, merece ser recibida con beneplácito la noticia de que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires dispuso que las gestiones destinadas a habilitar locales comerciales puedan ser hechas por medio de Internet.
Para medir correctamente la importancia de ese novedoso procedimiento, bastaría con recordar cuán enquistados supieron estar los mecanismos burocráticos en las diversas oficinas de la ex municipalidad porteña y, por ingrata herencia, en las de su sucesor, el gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Precisamente, las habilitaciones de locales comerciales fueron uno de los primeros trámites sometidos a procesos de agilización, entre otros motivos para ponerles freno a ciertos actos de corrupción que solían distinguirlos en forma negativa.
Ahora, años después de aquellas reformas, un nuevo sistema informático hará posible que las habilitaciones puedan ser gestionadas a distancia mediante la aplicación de modernos recursos tecnológicos. De acuerdo con las autoridades de aplicación, el renovado sistema implica varias ventajas para el solicitante, quien no tendrá que presentarse en las oficinas gubernamentales, salvo en el tramo final de su gestión; estará facultado para ingresar en el sistema, consultar el expediente y seguir paso a paso cada una de sus alternativas, y se evitará tener que recurrir a la intermediación de gestores, casi siempre caros e ineficaces.
Los más entusiastas divulgadores del nuevo procedimiento alegan que un trámite que otrora demandaba entre 30 y 60 días "saldrá" en tan sólo una semana. Esta merma no es desdeñable.
Además, mantener el expediente al alcance de sus ojos le permitirá al peticionante de la habilitación comprobar de manera más estricta cuáles son las etapas que va superando su trámite y cuál es el tiempo que deberá transcurrir antes de que tenga resolución.
La posibilidad de que el peticionante ejerza ese control se constituirá también en un acicate para los funcionarios y el personal que se encargan de formalizar las habilitaciones. Un control, externo y sumamente interesado, será fiscal de su empeño.
Todos los organismos del Estado tendrían que estar dotados y capacitados para operar en la misma forma, siempre y cuando así lo permitiera la naturaleza de su labor. No sólo serían agilizados en medida apreciable las gestiones administrativas y los procedimientos para llevarlos a cabo, sino que el público, beneficiario o víctima, según la mayor o menor eficiencia de estos recursos, empezaría a volver a confiar en instituciones cuyo prestigió tocó fondo por causa casi exclusiva de la incapacidad de sus burocratizados organismos.
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