- TANGO -

El boom del tango


Como resultado, en buena medida, del auge del turismo extranjero, el tango está pasando por un período de franca expansión en la Argentina, que se traduce en un crecimiento sostenido de su presencia en diferentes ámbitos, lo cual da origen a una multiplicidad de fenómenos, tanto culturales como económicos.

Un informe que se acaba de presentar en la Casa del Tango da cuenta de algo que se puede reconocer fácilmente en nuestra ciudad: el aumento notable de la cantidad de salas donde se escucha, se baila o se enseña a bailar el tango es algo que los datos confirman claramente. Más de 150.000 personas toman clases, no solamente de tango sino también de milonga, y durante el año último los ingresos producidos por esta incipiente industria rondaron los 400 millones de pesos.

La oferta tanguera, que importa al turista pero también el público local, encuentra una variedad notable de formas: paseos, festivales o visitas a lugares especialmente vinculados con la música ciudadana. Un verdadero boom se ha instalado en Buenos Aires, alentado por los visitantes extranjeros y por un público tradicional, ampliado y renovado por el interés de mucha gente joven que hasta no hace mucho tiempo rechazaba o ignoraba el tango. Muchos nombres clásicos de la canción ciudadana, en materia de orquestas o intérpretes, se suman a los de hombres y mujeres jóvenes, que pueden rivalizar sin problemas con algunas de las figuras consagradas de este género.

Desde sus lejanos orígenes prostibularios hasta su fulgurante presencia en los ambientes rioplatenses, se puede trazar una línea que muestra al tango como expresión honda de una sensibilidad muy particular, que no tiene equivalentes fáciles en otros lugares del mundo. En su recorrido, este género musical se hizo conocer en todo el planeta por músicas y letras que se destacan por su calidad artística, lo mismo que por su intenso valor testimonial. Hay, pues, amplios motivos para saludar este rejuvenecimiento, que está muy lejos de ser el primero. Los motivos económicos son muy importantes en este cambio, pero igualmente lo son los culturales, que han hecho del tango una expresión muy neta y específica de nuestra idiosincrasia.

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El boom del tango


Como resultado, en buena medida, del auge del turismo extranjero, el tango está pasando por un período de franca expansión en la Argentina, que se traduce en un crecimiento sostenido de su presencia en diferentes ámbitos, lo cual da origen a una multiplicidad de fenómenos, tanto culturales como económicos.

Un informe que se acaba de presentar en la Casa del Tango da cuenta de algo que se puede reconocer fácilmente en nuestra ciudad: el aumento notable de la cantidad de salas donde se escucha, se baila o se enseña a bailar el tango es algo que los datos confirman claramente. Más de 150.000 personas toman clases, no solamente de tango sino también de milonga, y durante el año último los ingresos producidos por esta incipiente industria rondaron los 400 millones de pesos.

La oferta tanguera, que importa al turista pero también el público local, encuentra una variedad notable de formas: paseos, festivales o visitas a lugares especialmente vinculados con la música ciudadana. Un verdadero boom se ha instalado en Buenos Aires, alentado por los visitantes extranjeros y por un público tradicional, ampliado y renovado por el interés de mucha gente joven que hasta no hace mucho tiempo rechazaba o ignoraba el tango. Muchos nombres clásicos de la canción ciudadana, en materia de orquestas o intérpretes, se suman a los de hombres y mujeres jóvenes, que pueden rivalizar sin problemas con algunas de las figuras consagradas de este género.

Desde sus lejanos orígenes prostibularios hasta su fulgurante presencia en los ambientes rioplatenses, se puede trazar una línea que muestra al tango como expresión honda de una sensibilidad muy particular, que no tiene equivalentes fáciles en otros lugares del mundo. En su recorrido, este género musical se hizo conocer en todo el planeta por músicas y letras que se destacan por su calidad artística, lo mismo que por su intenso valor testimonial. Hay, pues, amplios motivos para saludar este rejuvenecimiento, que está muy lejos de ser el primero. Los motivos económicos son muy importantes en este cambio, pero igualmente lo son los culturales, que han hecho del tango una expresión muy neta y específica de nuestra idiosincrasia.