- SIQUEIROS -
Siqueiros, la disputa eterna
Por Alicia de Arteaga
La Nación Cultura
Nunca se sabrá cuáles eran los planes que Héctor Mendizábal tenía en la mente cuando compró el mural que David Alfaro Siqueiros pintó para el sótano de la quinta de Natalio Botana en Don Torcuato, en los años treinta. Empresario y coleccionista, Mendizábal murió la semana pasada y se llevó a la tumba ese secreto, tan bien guardado como el mismo mural, atrapado en cuatro contenedores en un depósito de San Justo. La historia es una sucesión de litigios, de socios damnificados y de impotencia, porque el estado de conservación del mural entra en el terreno del misterio. Por todas estas razones, es noticia el proyecto de ley de expropiación del mural, impulsado por el diputado Fernando Sánchez (ARI) y realizado en colaboración con Teresa de Anchorena, del mismo bloque, que preside la Comisión de Patrimonio Arquitectónico de la Legislatura porteña.
No es la primera vez que Anchorena intenta el rescate de una obra maestra del arte universal, de valor singular para los argentinos. (Con Siqueiros trabajaron Berni, Spilimbergo y Castagnino.) Años atrás, cuando era funcionaria de la Cancillería, había iniciado una gestión con la cooperación de Rosario Green, ex canciller de México y por entonces embajadora en la Argentina. Pero no hubo caso.
Se logró, pues, que la pieza fuera declarada de interés histórico nacional (decreto 1045/2003), pero el mural siguió encerrado en su trampa de metal con el riesgo de deteriorarse para siempre. En aquel momento, los expertos consultados advirtieron que, de no detenerse los procesos de deterioro mediante un cambio inmediato en la forma de proteger las piezas, la obra sería totalmente irrecuperable. En México, la obra Ejercicio plástico , realizada con una técnica que anticipa la action painting , de Jackson Pollock, es considerada monumento artístico nacional. Entre nosotros, fueron varias las instituciones que intentaron rescatar, restaurar, exhibir y custodiar el mural que dieciséis años atrás fue desbastado de los muros del sótano, fragmentado y colocado en los contenedores por un equipo de especialistas. Poco importa cuál fue el móvil inicial que convirtió a una obra maestra en el centro de un litigio sin fin. El proyecto de expropiación es una voz de alerta y, quizá, la última oportunidad de salvar lo que quede en pie del audaz sueño de Botana.
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