- NIGHT AND DAY -
El día y la noche
Los engranajes de la máquina de las
ilusiones aviesas se llenaron de arena.
Una nueva luz alumbra, en consecuencia,
y es evidente, no hay manera de encubrirlo.
Por Pepe Eliaschev
Diario Perfil
La soberbia omnipotente amanece este lunes con la nariz sangrante. Este 24 de junio de 2007 no sólo marca el triunfo de Mauricio Macri y Gabriela Michetti en la Ciudad de Buenos Aires y el de Fabiana Ríos en Tierra del Fuego: las cifras patentizan el final de un circuito y marcan el punto de partida de un tiempo por lo menos diferente. Se veía venir.
El 29 de octubre del año pasado, en Misiones, el gobierno de Kirchner tuvo que digerir una intragable pesadilla. Casi el 57 por ciento de los misioneros enterraron los sueños de reelección permanente de uno de los primeros y más leales pollos del kirchnerismo, Carlos Rovira. Fue una derrota contundente de la Casa Rosada.
Fiel a su modo de ser y conducir, el Presidente le hizo pagar la factura al pobre Felipe Solá y al fiel jujeño Eduardo Fellner, que también querían seguir siendo funcionarios públicos, como Rovira. El Presidente los bajó, pero nada dijo de su derrota personal en Misiones.
El Gobierno tuvo un par de respiros que eran alegrías previsibles. El 18 de marzo el oficialismo retuvo Entre Ríos, cuando Sergio Uribarri logró el 47 por ciento de los votos, contra el 20 por ciento de los radicales lavagnistas. Luego, el 20 de mayo, las buenas noticias para Kirchner vinieron de Río Negro, donde el radical Miguel Sáiz fue reelecto por más del 46 por ciento contra el 40 por ciento del peronista Miguel Pichetto. Ambos se definen kirchneristas.
Después vinieron de nuevo los contrastes, uno detrás del otro. El 3 de junio, mientras Macri le ganaba la primera vuelta a Filmus por más de 22 puntos de diferencia, el opositor Jorge Sapag ganaba en Neuquén con el 46 por ciento de los votos, contra el 30 por ciento de Horacio Quiroga, del radicalismo kirchnerista.
Finalmente, la de ayer fue una tétrica jornada para el matrimonio gobernante. La Capital la perdieron como muestran las cifras, con cerca de los dos tercios de los sufragios para Macri y un tercio para Filmus. Y la noche se hizo más oscura cuando se supo que Ríos era gobernadora electa de Tierra del Fuego tras batir al viscoso Hugo Cóccaro, de la escudería oficial.
Macri se lanzó de lleno a la política hace menos de cinco años. El 24 de agosto de 2003 debutó ganando la primera vuelta electoral por la jefatura porteña, con el 37 por ciento de los votos, contra casi el 34 por ciento de Aníbal Ibarra, quien dio vuelta el resultado en la segunda vuelta, el 14 de septiembre, con el 53,5 por ciento.
Macri se presentó de nuevo, pero ahora en las elecciones legislativas nacionales del 23 de octubre de 2005, triunfando con más del 34 por ciento, contra el 22 por ciento de Elisa Carrió y el 20 por ciento del kirchnerismo. Era una historia descollante que el Gobierno nacional no quiso registrar, pese a que sus rasgos se prefiguraban de manera evidente.
Hace apenas dos semanas, el Presidente se la pasó casi cinco días despotricando contra Macri, el neoliberalismo, la década de los noventa y se cansó de mostrarlo al que ya era casi electo jefe de la Capital como si fuera Videla.
Le hizo Kirchner mucho daño a Filmus. Cuando paró de gritar estaba ante un hecho consumado; a quienes lo veían al Presidente hablando de cosas que la mayoría no entendía, esa música de rencor y diatribas le perforaba el estómago.
Los pocos días de racionalidad no consiguieron modificar lo que ya estaba escrito. Macri y Michetti avanzaron, así, a su triunfal 61 por ciento, pese a la maciza campaña que desde la Casa Rosada se le hizo a Filmus.
En poco más de un semestre, Kirchner perdió en Misiones, Neuquén, Capital Federal y Tierra del Fuego. Sabe que tampoco lo acompañará el triunfo en la estratégica Santa Fe. Es un buen momento para un cambio verdadero, aunque muy improbable, debido a la blindada configuración de la praxis kirchnerista.
El Presidente no es de pagar sus cuentas. Filmus dijo anoche “asumo personalmente todos los aciertos y todas las dificultades que tuvo esta campaña”. Pero, ¿será posible que el matrimonio presidencial se haga cargo, alguna vez, de que la derrota existe y de que al sol deslumbrante lo sigue, inexorable, la noche desalentadora?.
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