- MNAD -
Un museo elegante y audaz
Por Alicia de Arteaga
La Nación - Cultura
Casi como si presintiera su destino, el palacio que el embajador chileno Matías Errázuriz le encargó al arquitecto René Sergent a comienzos del siglo XX sentó las bases de lo que es hoy el Museo Nacional de Arte Decorativo.
La institución celebra este año sus primeros 70 años de vida con una serie de festejos, que comenzarán con una comida de gala el próximo 2 de julio y culminarán el 18 de diciembre, cuando se cumplan siete décadas de la apertura como sede de un museo nacional.
Fue el presidente Agustín P. Justo quien firmó el decreto de aprobación, y lo hizo en forma simultánea con la apertura, en París, del palacio del conde Moisés de Camondo, diseñado también por Sergent, como sede de las Artes Decorativas. La coincidencia confirma la visión de quienes imaginaban entonces que la mejor manera de avanzar hacia el futuro era custodiar el pasado: el gobierno de Justo compró la casa y muchas de las colecciones de los Errázuriz, incluida la decoración del cuarto del primer piso, que Mato , hijo del diplomático chileno y de Josefina de Alvear, había encargado a ese audaz innovador de las formas que fue el catalán José María Sert, autor de las pinturas que cubren los techos del Palacio Pereda, hoy embajada del Brasil.
René Sergent (1865-1927) recibió el encargo de Matías Errázuriz en 1910, y si bien el arquitecto francés nunca vino a nuestro país, proyectó para los Alvear los palacios Sans Souci (San Isidro) y Bosh (hoy embajada de los Estados Unidos) y para los Ferreyra, en Córdoba, una pieza clave de la arquitectura francesa en la Argentina que está a punto de perder para siempre su valor patrimonial con modificaciones en la fachada que atentan contra la equilibrada volumetría del proyecto de Sergent.
Por el contrario, el Museo Nacional de Arte Decorativo ha puesto en valor el palacio de los Errázuriz, ha enriquecido las colecciones con nuevas adquisiciones y, con la dirección del arquitecto Alberto Bellucci, legitimado su posición central en el circuito museístico de Buenos Aires.
Sus interiores resultan una muestra elocuente del eclecticismo dominante en los primeros años del siglo XX, pero también del gusto de los dueños de casa, que lograron un raro equilibrio entre una mirada historicista y la modernidad.
¿Qué mejor reservorio para las artes decorativas que un palacio en el que conviven la piedra severa del salón Renacimiento, la elegancia cortesana del comedor Luis XIV con el dorado rococó del salón de baile y la audacia de la ambientación ideada por Sert?
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home