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¿Quién es el dueño de la Luna?
A pesar de la existencia de tratados que prohíben la ocupación y explotación, así como declaraciones de soberanía en el satélite, desde hace 40 años la Luna es codiciada por muchos países. Incluso, hay organizaciones que se adjudican su propiedad y hasta... ¡venden parcelas!
Mientras la carrera espacial no se detiene, cada vez son mayores las reivindicaciones de propiedad de los terrenos lunares. Algunos ya venden parcelas, pero nadie está hablando seriamente de un asunto que debería resolverse con los pies en la Tierra.
La cuestión parecía estar reglamentada desde hacía años. Más concretamente desde 1967, cuando un tratado internacional establecido bajo el auspicio de la ONU estipuló en su artículo II que "el espacio extraatmosférico, incluidos la Luna y los otros cuerpos celestes, no puede ser objeto de una apropiación nacional mediante la proclamación de soberanía, ni por vía de utilización o de ocupación ni por ningún otro medio". La Luna no pertenecería a nadie. O, en todo caso, pertenecía a todo el mundo.
Pero la conquista espacial ha evolucionado considerablemente desde los años 60. Las reglamentaciones han florecido, y los acuerdos bilaterales o multilaterales entre los gobiernos o entre agencias espaciales se han multiplicado. Toneladas de documentos definen las reglas y las responsabilidades para los lanzamientos espaciales, los satélites, los hombres en el espacio, la Estación Espacial Internacional, las sondas exploradoras. Las reglas jurídicas aplicables al espacio son hoy demasiado complejas, y no existe un verdadero plan conjunto.
Ni siquiera los especialistas logran acordar entre sí. Y el tema de la propiedad de la Luna se ha convertido en una jungla casi inextricable. Mientras tanto, el terreno es fértil: las primeras empresas privadas de vuelos espaciales están a la orden del día. Pero, ¿qué pasará si una de ellas pone un pie en la Luna para explotarla? Nadie lo sabe.
Por el momento, no faltan las reivindicaciones de propiedad de los terrenos lunares. Lo que ha conducido al Instituto Internacional de Derecho del Espacio (IISL, por sus siglas en inglés) a lanzar recientemente una solemne advertencia: "Es necesaria una declaración respecto de la actual situación legal de las reivindicaciones de propiedad de la Luna y de los otros cuerpos celestes".
El IISL debe recordar que es responsabilidad de cada Estado no legalizar reivindicaciones de propiedad. El problema es que no todo el mundo ha ratificado, ni siquiera firmado, el tratado del espacio de 1967: el 1° de enero de 2005, de 178 Estados miembros de la ONU, sólo 97 lo habían ratificado y otros 27 sólo lo habían firmado. Si bien China, Francia, Rusia y Estados Unidos optaron por la ratificación, otros, como Mónaco, Qatar u Omán ni siquiera lo han firmado.
Gobierno galáctico
Otro tratado internacional, establecido en 1979, está centrado en la eventual explotación de la Luna y de otros cuerpos celestes. Explotación encuadrada, pero perfectamente autorizada. Sólo once Estados lo han ratificado y cinco lo han firmado, entre los cuales se encuentran Francia e India, pero no Estados Unidos, China, Rusia o Japón.
Se sabe que existen proyectos en los cajones de muchas agencias espaciales referidos a explotaciones concretas en distintos lugares: el Helio-3 (que podría convertirse en un supercarburante), el agua de la Luna, el magnesio, el cobalto o el uranio de Marte, el oro de los asteroides…
Sin embargo, al anunciar su retorno a la Luna para el 2020 o el establecimiento de una base lunar permanente en 2024, la NASA ha puesto el foco en su interés científico por el satélite y, además, sobre el hecho de que el satélite podría ser utilizado como base de lanzamiento para vuelos tripulados hacia otros planetas.
Hoteles y propietarios
Existen, además, proyectos de hoteles lunares o en órbita. ¿Qué derecho se aplicaría? Por el momento, sería similar, en gran parte, al derecho marítimo.
Las naves espaciales, al igual que los barcos, llevan banderas. Es el derecho del país donde está registrada la nave el que se le aplica. Si un cohete ruso es lanzado desde territorio francés, Francia y Rusia son responsables durante el trayecto de la nave, tanto a la ida como a la vuelta, pero en el interior del cohete las leyes rusas son las que se aplican.
Pero pongamos nuevamente los pies sobre la Luna. Son numerosos los hombres extravagantes, en todo el mundo, que se llaman a sí mismos propietarios (ver recuadro). Venden parcelas de 4000 metros cuadrados, ¡con foto y todo! Y si bien todos esos títulos no tienen ningún valor "legal", ellos aseguran haber vendido ya millones de metros cuadrados de territorio lunar. Seguramente, a cientos de personas que están, verdaderamente, en la luna.
Por Jean-Luc Nothias (Le Figaro)
Traducción: María Elena Rey
Para saber más: www.lunarrepublic.com
Es mía, mía, mía
La Luna es el astro más cercano a la Tierra, y el único satélite natural de nuestro planeta. Su superficie es de 37.700.000 km2, una decimocuarta parte de la terrestre.
El más conocido entre los hombres que se atribuyen su propiedad es Dennis M. Hope (se autoproclamó presidente del gobierno galáctico), un norteamericano que en 1980 presentó actas de propiedad de la Luna y de todos los planetas del sistema solar ante las autoridades territoriales de la ciudad de San Francisco, con copia a la ONU y a los gobiernos de Estados Unidos y Rusia. Mediante su sociedad, la Lunar Embassy (Embajada Lunar), vende parcelas lunares, ¡y ofrece título de propiedad!
Otra sociedad norteamericana se ha lanzado igualmente a este “negocio” en 1999. La Lunar Republic Society (Sociedad República Lunar) está basada en Nueva York y afirma, igual que Hope, ser propietaria de la Luna. Son títulos no tienen ningún valor “legal”, aunque estas sociedades aseguran haber vendido ya millones de metros cuadrados.
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