- EL PELLEGRINI -
El triste presente del Pellegrini
La toma de la tradicional Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini por un grupo de estudiantes y profesores que, además, impiden el ingreso del rector del establecimiento educativo es un hecho descabellado por donde se lo mire y un ejemplo más del escaso apego a las normas de ciertos sectores de la sociedad.
Lamentablemente, entre los adolescentes del citado colegio y algunos de sus profesores se ha extendido la metodología de la prepotencia que ciertos sectores sindicales y grupos piqueteros vienen aplicando en nuestro país para resolver cualquier conflicto, antes incluso de sentarse a dialogar.
En efecto, cuando a menudo las autoridades del Estado se muestran renuentes a adoptar las medidas indispensables para garantizar el orden público frente a piqueteros que impiden circular libremente al resto de la sociedad; cuando se premia con un cargo público a quien, en abierto desafío a la ley, lidera el copamiento de una sede policial, y cuando nada se hace para evitar el corte de un puente internacional por un grupo de personas, surge la percepción de que todo vale, sin reparar en el cumplimiento de las normas legales y de la propia Constitución nacional.
Los jóvenes del Pellegrini parecen haber adoptado el mismo camino que nos transmite la nociva cultura piquetera, en pos de demandas que nadie alcanza a explicar por qué motivo no podrían ser discutidas civilizadamente.
Durante los últimos cuatro días se ha impedido la entrada en el colegio del rector designado, Juan Carlos Viegas, quien en ningún momento se opuso al diálogo con los alumnos. El conflicto suscitado también generó la pérdida de días de clases.
No deja de sorprender que, junto con el grupo de estudiantes, a quienes posiblemente se pueda perdonar por su inexperiencia y por un idealismo mal canalizado, haya docentes que, lejos de dar el ejemplo educando para el diálogo, la tolerancia y la sana convivencia, alientan a los más jóvenes a actuar con una llamativa prepotencia.
Todo indica que detrás de la tan particular forma de protesta en el Pellegrini hay finalidades políticas un tanto oscuras. De otra manera, no se explicaría que los reclamos que dicen sostener los alumnos no puedan ser solucionados por medio del diálogo.
Los estudiantes han manifestado cuestionamientos a la forma en que fue designado el rector del colegio -pese a que su nombramiento se ajustó a las normas vigentes- y han solicitado autonomía para poder elegir ellos mismos a las autoridades del establecimiento, además de pedir un estatus similar al de una facultad de la Universidad de Buenos Aires. Se trata, por cierto, de reivindicaciones discutibles que de ninguna manera podrían ser consideradas en un clima de hostilidad como el que ha generado la toma del colegio.
Es imprescindible que quienes encabezan la protesta dispongan el cese de una actitud que, además de autoritaria, sólo está logrando minar el prestigio que a lo largo de más de cien años supieron construir los integrantes de la comunidad académica de uno de los colegios más emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires y de la Argentina.
En los actuales tiempos, en que la crispación y la violencia política y social están adquiriendo niveles preocupantes, resulta vital que la comunidad de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini dé el ejemplo.
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