- CULTURA -
La Noche de los Museos
Desde 2004, el primer sábado de octubre representa para nuestra metrópoli una jornada durante la cual el arte, el público y la ciudad sellan un pacto silencioso de altísimo interés cultural: la Noche de los Museos. Positiva iniciativa que se ha reiterado en este 2007 dejando la grata impresión de que se trata de un acontecimiento definitivamente instalado en el programa anual de actividades culturales.
Más de 400.000 personas se movilizaron y 102 repositorios y espacios de arte, entre estatales y privados, abrieron sus puertas en casi todos los barrios de porteños para que esta instancia, promovida por el Ministerio de Cultura del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, tenga un desarrollo vigoroso que profundice este vínculo entre el arte y la ciudadanía.
Ya no se trata solamente de un público masivo que puede ingresar gratuitamente en un centenar de museos, sino que además se generan nuevos contactos con otras instituciones y actores sociales, turistas, artistas plásticos, críticos de arte y coleccionistas, sumados irrestrictamente a esta celebración cultural. Al igual que algunas capitales de Europa, por una noche la libertad de la creación se cruza con la libertad más absoluta de los transeúntes en ir y venir en busca de sorpresas.
Durante décadas, Buenos Aires brilló culturalmente como un faro único en toda América latina. Entonces, ¿por qué no suponer que empiezan a reaparecer estas empresas singulares que tornan cierto el deseo colectivo de volver a ver a nuestra ciudad situada, en materia de quehacer cultural, entre las grandes urbes mundiales? Sobre todo en esta época en que se ha convertido en centro de atracción para el turismo proveniente del exterior, atraído, entre otros factores, por la variadísima oferta cultural que aquí encuentran nuestros visitantes.
Optimo escaparate de la excelencia y la diversidad de nuestro patrimonio cultural es, pues, esta Noche de los Museos, en la cual el público curioso hasta dispone de movilidad gratuita para alargar su recorrida y mejor abarcar tan amplia propuesta.
No es poco cuanto se le ofrece. Por ejemplo, este año fue abierto por primera vez a esos recorridos el Palacio San Martín, edificio emblemático de la cancillería argentina, cuya refinadísima arquitectura fue resaltada por la iluminación que disipaba las sombras nocturnas y atraía a miles de visitantes. A partir de ese clasicismo diríase absoluto se abrió un amplio abanico de posibilidades: el Museo Nacional del Traje, el Etnográfico, el de la Emigración Gallega, el del Cine, el Numismático, el de Marcapasos y Precursores de la Medicina, el del Inmigrante, el del Holocausto, el de Carlos Gardel, el Tiro Federal, entre otros.
La variedad, entonces, no es poca y congregó a miles de espectadores dejándose llevar hasta muy tarde de un museo a otro, embelesados por esa poética propuesta de andar sin destino, pero encontrando hasta la madrugada un museo que los esperaba en algún lugar de la ciudad.
Estos acontecimientos, hijos del ingenio de los funcionarios y masivamente apoyados por el público, demuestran que es hora de activar la creatividad y multiplicarlos. Se acerca el Bicentenario y nuestra ciudad, al igual que el país todo, debe estar lista para poner al alcance de nuestros visitantes y de los propios argentinos la infinita riqueza de ese patrimonio cultural que, una vez más, ha ratificado sus méritos.
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