- PARQUES NACIONALES -
En defensa de los parques nacionales
Desde mayo último rige entre el Ministerio de Defensa y la Administración de Parques Nacionales un convenio que permite desarrollar una encomiable tarea de conservación de la diversidad biológica y cultural.
El convenio surgió como consecuencia de la ocupación, por parte de las Fuerzas Armadas, de tierras que preservaron sus características originales. Se abordó el tema en la Primera Jornada de Difusión de la Actividad del Ministerio de Defensa en MateriaAmbiental, realizada recientemente en ese ámbito.
En ella fueron expuestas las tareas que realizan tanto ese organismo como las Fuerzas Armadas en defensa de la naturaleza. Entre otras, la prevención del daño ambiental en la fase de planificación de toda actividad de instrucción o maniobra militar; el resguardo de los recursos naturales y culturales en los predios asignados a las Fuerzas Armadas; el compromiso y la participación de los distintos niveles jerárquicos de la defensa nacional en la reducción del riesgo ambiental; la incorporación de la educación ambiental a los programas de formación; la capacitación del personal militar, y la difusión de las actividades que desarrollan en el área de la Defensa en cuanto a la preservación del ambiente y de los recursos naturales.
La ministra Nilda Garré presentó en esa oportunidad el convenio que rige entre su cartera y Parques Nacionales. Es, en realidad, un viejo anhelo de Parques Nacionales que responde a la necesidad de preservar las tierras y de incentivar el desarrollo conjunto de políticas de conservación de la biodiversidad.
En una primera etapa, el convenio abarca más de medio millón de hectáreas distribuidas en varios puntos del país. Han sido denominados Espacios Naturales de Interés para la Conservación (ENIC). Pertenecen cinco de ellos al Ejército, tres a la Armada y uno a la Fuerza Aérea.
Se trata de Los Manantiales, en San Juan; la Quebrada del Portugués, en Tucumán; Puerto Península, en Misiones; Campo Sarmiento, en Entre Ríos; Punta Buenos Aires, en Chubut; Cabo Blanco, en Santa Cruz; el Centro de Ensayos y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (Celpa), en la localidad bonaerense de Mar Chiquita; el Campo General Belgrano, de Salta, y la isla de los Estados, en Tierra del Fuego.
Esta superficie significativa contribuirá sin duda al cumplimiento de los compromisos internacionales que nuestro país ha asumido: llegar al año 2015 con un 10 por ciento de su extenso territorio con áreas protegidas.
Sin perjuicio de la actividad propia que desarrollan las Fuerzas Armadas, cada uno de esos sitios queda integrado al sistema de áreas que administra el Estado nacional por medio de Parques Nacionales, salvaguardándolo de presiones inmobiliarias que podrían modificar sus características más preciadas.
Esta particular situación permite vislumbrar un fructífero camino en común que permitirá compartir la responsabilidad de preservar y administrar con prudencia y compromiso el patrimonio de la flora y la fauna silvestres y su hábitat, así como valiosos recursos históricos, culturales y paleontológicos.
El convenio, que merece el máximo apoyo, es un paso elogiable de cooperación interinstitucional en pos de la preservación del ambiente. Es de esperar que este sistema reciba en breve el respaldo necesario para continuar en la buena senda.
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