- GENEROSIDAD -
Una generosa presencia humanitaria
Somalia ha sido el escenario de un dramático episodio que, felizmente, concluyó bien. Como suele ocurrir, un suceso inesperado descubre franjas de realidad desconocidas que a la vez nos admiran y nos sobresaltan. De manera breve, esto es lo que ocurrió al producirse, hace pocos días, el secuestro de una médica española y una enfermera argentina, pertenecientes a la entidad de Médicos Sin Fronteras (MSF), que cumplían una misión de elevada calidad humanitaria en una comarca distante y riesgosa, ubicada en el cuerno de Africa.
Las conmovedoras noticias acerca del destino de ambas profesionales, en tanto se efectuaban las tratativas de su liberación, tuvieron el mejor desenlace esperado y las dos protagonistas pudieron regresar a sus respectivos países sanas y salvas.
Lo acontecido acercó a la opinión pública al conocimiento del interminable calvario que padece la población somalí, asolada por cruentas guerras y dictaduras, que ha vivido escasos años de paz y, en cambio, muchas hambrunas y carencias, que la afectaron gravemente, para desembocar en estos años en un estado anárquico. Así es como en ese territorio semidesértico, las expectativas de vida apenas rondan el medio siglo y el 20 por ciento de sus niños muere antes de cumplir cinco años. La desnutrición hace estragos allí, y los pequeños viven en campos de refugiados en los que escasean el agua, la leche y los recursos sanitarios.
En ese castigado país estaba operando un grupo de MSF, organización creada en Francia en 1971 por profesionales persuadidos de que el derecho a la salud es universal y, por lo tanto, todos merecen los beneficios de la asistencia médica, al margen de cualquier condicionamiento de raza, religión, nacionalidad.
Esa institución de tan generosos objetivos concurre allí donde más se la necesita. Su bautismo en la acción propuesta por sus fundadores se produjo en Biafra, durante la terrible guerra allí librada entre 1967 y 1968. Muy pronto, MSF ganó un justo reconocimiento internacional por su labor y ello culminó con el Premio Nobel de la Paz, que se le adjudicó en 1999, "por ser pionera en el trabajo humanitario en varios continentes".
Hoy desarrolla sus programas en 84 países, mediante el aporte de 3000 profesionales de ambos sexos (médicos, enfermeros, matronas, logistas, técnicos de laboratorio, administrativos) enrolados voluntariamente en las 18 sedes de la organización distribuidas en distintos países, que a su vez ayudan a unos 26.000 colaboradores locales. Desde su apertura en 2001, la oficina de MSF en la ciudad de Buenos Aires envió a profesionales sanitarios a más de 75 países.
La médica española Mercedes García y la enfermera argentina Pilar Bauzá Moreno son dos de los miembros de los MSF, cuya labor no se agota en lo estrictamente sanitario, pues, a la vez que dispensan una valiosa ayuda profesional, también trasmiten un cálido sentimiento a los pacientes y defienden los derechos humanos de poblaciones gravemente desprotegidas. Por todo esto, ambas mujeres y, especialmente Pilar, por ser compatriota nuestra, se hacen acreedoras al justificado reconocimiento de los argentinos. Podemos agregar que su presencia profesional y su acción generosa allí donde han actuado llenan de legítimo orgullo y reconfortan la condición humana.
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