- LA FERIA -
A la fuerza, instruyen
Por Quintín Diario Perfil
Un amigo presentaba su última obra y la ocasión me permitió conocer la nueva sede de la Feria del Libro. No voy mucho por allí y me imaginaba lo de siempre: stands coloridos, cafés atestados, multitudes caminando como almas en pena. Pero esta vez tuve la gran suerte de asistir a un hecho inesperado, casi mágico.
En la presentación no pasó nada raro, pero a la salida alguien me avisó que en el puesto de la Biblioteca Nacional había libros gratis. Había leído que el ministro nacional Filmus regalaba libros en las canchas de fútbol y que la ministra municipal Silvia Fajre se los obsequiaba a los participantes de Gran hermano, así que la tradición estaba creada. Ante la perspectiva de enriquecer nuestra biblioteca, arrastré hacia allí a mi mujer.
Al llegar al mostrador sufrimos la primera desilusión: lo que se ofrecía eran cuatro libros minúsculos, no del tamaño habitual. Pero recordando eso del caballo regalado pregunté: “¿Acá regalan libros?”. Obtuve una respuesta extraña: “Espere que llamo a la actriz”. Pensé que había oído mal pero Flavia me lo confirmó. De atrás de una puerta emergió entonces una chica joven, bonita y bastante petisa que, señalando las cuatro miniaturas, nos preguntó: “¿Qué libro les interesa?”. Como no tenía puestos los anteojos y el tamaño era ínfimo, no pude ver los títulos, así que le dije: “Me interesan todos”. “No, no –repuso la chica–, tiene que elegir uno y yo se lo regalo.” “Bueno, déme éste”, dije señalando uno y pensando que ya que eran tan chicos, podían ser más generosos y darnos todos. Pero no fue por amarretismo que nos retacearon la mercadería, como se verá a continuación. Señalando la puerta de la que había salido, la chica nos dijo: “Pasen por acá”.
“¿No me lo puede dar ahora?”, repliqué un poco alarmado. “No, tienen que venir adentro primero.” Recordé que estábamos en una época clientelista en la que los gobiernos suelen exigir una contraprestación por sus dádivas, así que me resigné. Supuse que deberíamos firmar algo y rogué que no fuera la solicitada de apoyo a alguna candidatura. Pero no, la Biblioteca y su elenco estable no pretendían comprarnos sino ilustrarnos.
Así fue como una vez transpuesta la misteriosa puerta e ingresados en un pequeño cubículo (ya sabíamos que el libro elegido era el Decreto de supresión de honores redactado por Mariano Moreno), la chica nos dijo mirándonos fijamente: “Es curioso que Moreno haya pensado en una visión del poder desmontando su simbología pero admitiendo que había que practicarla hasta que los pueblos fuesen capaces de distinguir entre la República y sus vanos oropeles de mando”
Luego descubrí que ésa era una frase de Horacio González, el director de la Biblioteca, en el prólogo de la colección. Pero, reforzando su intensa mirada, la intérprete agregó algo más: “Es para pensarlo, ¿no es cierto?”. Y luego pasó a recitar algún artículo del decreto y a comentar, siempre clavándonos la mirada, que Moreno quería suprimir los honores pero de una manera gradual. Dio así por terminada la función y, finalmente, nos llevamos el librito.
Hace un par de meses, en ocasión de la polémica renuncia de Horacio Tarcus, el vicedirector de la Biblioteca, se dijo que González privilegiaba las tareas de extensión cultural del organismo en detrimento de su carácter de centro de documentación. Nunca pensé que ese afán por la divulgación y el espectáculo alcanzaría formas tan innovadoras como el teatro forzado y la reflexión histórica compulsiva.
Ya en casa me puse a repasar el decreto de Moreno que, según nos enseñaron en la escuela, fue una reacción contra el brindis que propuso un tal Duarte por Cornelio Saavedra, en tiempos de la Primera Junta. El artículo 11 condena a muerte a Duarte, pero conmuta la pena por el destierro de por vida. El espíritu jacobino de la norma me hizo correr un sudor frío, pero agradecí que nuestra actriz no lo hubiera elegido para lucir sus dotes cuando nos hizo pasar al cuarto.
1 Comments:
gracias por el comentario y la ilustracion:Dificilmente todo aquello que propone de modo inteligente situaciones de superacion a la media exigida por el estado (esa mezcla extraña de poder en sombras y mentiras adecuadas),se muestren en todo lugar,y a toda la gente.
elangel
10:40 p. m.
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