- CLIMATOLOGÍA -
Cambio climático,
problema de todos
Días pasados se difundieron informaciones de inusitada gravedad referidas al proceso de cambio climático y sus consecuencias en el orden global, en América latina y en nuestro país. Lo conocido ahora confirma y amplía cuanto se ha indicado en la última década, a partir de la cumbre en Kyoto, en 1997. Sin afán de dramatizar, las predicciones científicas pueden interpretarse como un llamado urgente a tomar medidas y planificar cambios indispensables a fin de afrontar del mejor modo situaciones catastróficas que ya están siendo dolorosas realidades.
Un indicador elocuente del grado de significación de este problema mundial es que, por primera vez, el Consejo de Seguridad de la ONU ha dado a la cuestión climática y sus efectos el carácter de una amenaza urgente a la paz y la seguridad mundial. Este enfoque implica que, por la índole de los desastres que se avizoran, es coherente anticipar conflictos agudos entre pueblos y naciones que serán afectados por la falta de agua potable y de alimentos. Así, se estima que alrededor de 200 millones de personas tendrán que migrar de las regiones que habitan hacia otras tierras que ofrezcan aquello de lo cual carecerán.
Por su parte, el Grupo Intergubernamental de Expertos en la Evolución del Clima (cuya sigla en inglés es IPCC), de la ONU, recordó algunas calamidades ocurridas en América latina que anticipan mayores daños: inundaciones de nuestro litoral, las tempestades de granizo en Bolivia, un número nunca registrado antes de huracanes y ciclones en el Caribe, la reducción de los glaciares andinos y el crecimiento del nivel del mar al derretirse los hielos del Artico. Para la mitad de este siglo se pronostica que dejarán de ser productivas el 50% de las tierras cultivables y se irá extinguiendo buena parte de la biodiversidad.
Los científicos del IPCC expusieron en la sede de la ONU para la Argentina y el Uruguay un cuadro para nuestro país semejante a lo proyectado para el resto de las regiones: temporales, inundaciones que alternan con sequías, cambios en el mar que provocan migraciones de peces típicos de nuestra fauna ictícola, degradación del suelo que impedirá el cultivo del maíz y el trigo, deterioro de bosques milenarios. Se prevé que a causa de la reducción de las reservas de agua disminuirá la producción de energía hidroeléctrica, además de pronosticarse enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y que el riesgo de contraer cáncer de piel se extenderá en el Sur a causa del deterioro de la capa de ozono.
Frente a estos profundos cambios, es necesario que las autoridades y la población fijemos estrategias de acción antes de que sea tarde. Por eso, es preciso actuar cuanto antes para que desde los estados nacional y provinciales se adopten medidas que mejoren los sistemas de alerta temprana, con equipamientos de alta precisión y tecnología, capaces de anticipar las profundas alteraciones climáticas. Un sistema de prevención de calidad, en el cual el Servicio Meteorológico Nacional debe ocupar un lugar de primerísimo nivel, y que cuente con la participación de centros de investigación científica, como los que pertenecen a las universidades en diferentes lugares del país.
Los tiempos que corren no pueden tomarnos por sorpresa. Frente a estos cambios drásticos la ignorancia es el peor camino, por lo tanto no sólo debemos tomar conciencia de los riesgos que existen, sino también colaborar modificando nuestros hábitos, haciendo un uso racional de la energía y del combustible y protegiendo el medio ambiente.
El sombrío panorama que se viene observando exige un tratamiento prioritario, que recupere parte del tiempo perdido. Desde luego, importa mucho la acción global coordinada, también morosa allí donde más se influye en el calentamiento climático, como ha venido ocurriendo en Estados Unidos. Pero, dentro del país, pueblo y dirigentes estamos obligados a tratar de reducir los tremendos riesgos que se vaticinan.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home