- EDUCACION -
Para mejorar hay que conocer la falla
Por Alieto Aldo Guadagni
Para LA NACION
Desde hace varias décadas avanzan importantes iniciativas en muchos países para mejorar la educación, pero nosotros no integramos este grupo de países progresistas
Hace varios años se propuso un examen obligatorio para los egresados del secundario (escuelas públicas y privadas); aprobar este examen sería indispensable para quienes deseaban continuar sus estudios universitarios. La difusión de los resultados de este examen por escuela secundaria sería un claro acicate para mejorar la calidad de las deficientes. En muchos países existe, desde hace mucho, este tipo de prueba, y corresponde a naciones bien ubicadas en las comparaciones internacionales de rendimiento educativo o que vienen superándose en el tiempo. Algunos de estos países son: Alemania, Australia, Austria, Corea del Sur, Dinamarca, Escocia, Estados Unidos, Finlandia, Francia ( baccalauréat ), Holanda, Hungría, Inglaterra, Irlanda, Israel ( bagrut) , Italia ( esame di stato ), Japón, Polonia, Suiza. Chile aplica la "prueba de aptitud académica" desde la década del 90, con excelentes resultados.
Aquí esta propuesta no fue implementada en ninguna provincia; es probable que se prefiera que no salgan a la luz las deficiencias en las escuelas secundarias, que se harían evidentes con un examen obligatorio al finalizar todo el ciclo y antes de ingresar en la universidad. Hoy, ningún padre se entera del resultado de las pruebas de evaluación de las escuelas secundarias; si el examen fuese obligatorio para el ingreso al nivel superior, se generaría una gran presión social para mejorar las numerosas escuelas que hoy son deficientes (2/3 partes del total, o sea, alrededor de 4000 escuelas), ya que sus alumnos no obtendrían notas aprobatorias.
Una sociedad bien informada demandaría, con razón, escuelas de calidad que no malogren el futuro de sus hijos, especialmente de los más pobres, que son los que acuden a las escuelas peor dotadas.
Es patético como, año a año, los padres de los alumnos reprobados presionan a las autoridades de las pocas facultades que hoy toman examen de ingreso, en lugar de reclamar a las autoridades provinciales responsables de la educación secundaria.
Las cosas no son distintas en el nivel primario. ¿Cuán bien leen y escriben los alumnos de la escuela primaria? ¿Cómo se comparan los niveles de lectura y comprensión correspondientes a diferentes países? Para contestar estas interrogantes, 150.000 alumnos del 4º grado de 35 países participaron en la prueba de evaluación internacional (Pirls) realizada en 2001; entre estos países, se encontraba por primera vez la Argentina. Los resultados de esta evaluación ubican a nuestro país al final de la tabla, en el lugar 31, superando apenas a Irán, Kuwait, Marruecos y Belice. También participó otro país sudamericano (Colombia), cuyos resultados fueron superiores a los nuestros. Ante este mediocre desempeño, no se pueden demorar las iniciativas para recuperar la calidad educativa, que fue un legítimo orgullo nacional hace varias décadas. En este esfuerzo por mejorar el nivel cualitativo es crucial identificar cuál es el mejor modelo organizativo que asegure una mejora sostenida.
El sistema escolar se encuentra organizado de una forma centralizada y vertical en todas las provincias, con ministerios de Educación en la cúspide de una frondosa pirámide burocrática. Esta organización margina a los principales actores del proceso educativo: las familias, los docentes, la comunidad local. Este modelo centralista-burocrático genera el atraso educativo y, además, impide impulsar la movilidad social ascendente.
Tampoco se generan incentivos eficaces para mejorar el proceso pedagógico, ya que no se promueve información acerca del avance en el aprendizaje de los alumnos. Para corregir estas carencias, en los últimos años se han implantado en muchos países nuevas alternativas para superar las deficiencias del centralismo-burocrático.
Todas las iniciativas apuntan a fortalecer la autonomía de gestión de los directores y maestros de escuela, así como otorgar mayor espacio a la presencia de las familias. Para cumplir este propósito, es crucial la transparencia informativa acerca de la calidad de la educación que presta cada uno de los establecimientos escolares. Por esta razón, estas iniciativas de descentralización y autonomía de gestión enfatizan acertadamente el control social que pueden ejercer los padres de los alumnos y la propia comunidad local, a partir de la plena información acerca de la calidad educativa de cada escuela. Lamentablemente, la nueva ley de Educación prohíbe expresamente, en su artículo 97, hacer pública esta información acerca de la calidad de los institutos educativos.
La evaluación de calidad y rendimiento escolar es indispensable para cualquier política que procure mejorar la efectividad de la enseñanza. Pero esta información debe ser ampliamente difundida y transparente para los padres, los maestros y la comunidad local, ya que es esencial para conocer si el funcionamiento de la escuela es adecuado. Además, si se descentraliza la autoridad en favor de la propia escuela, es indispensable establecer un eficiente método de control y evaluación de gestión. Es precisamente también a partir de esta evaluación que se pueden introducir nuevos incentivos salariales para aquellas escuelas que mejoran sistemáticamente su calidad, ya que es indispensable reconocer con el salario justamente a quienes mejoran la enseñanza.
El autor es director del Instituto Di Tella.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home