- MAS GOOGLE -
De la era digital al mito
Dios Google
Crece cada vez más y varias iglesias reconocen su poder.
La compañía fue catalogada la semana pasada como la marca más cara del mundo.
Pero también es usada por varias iglesias de los EE.UU., que en tren de atraer fieles, reconocen su poderío al comparar su poder con el de Dios.
Y, en realidad, podría tener algunos puntos de contactos con su creencia: conoce a la perfección los secretos de millones de usuarios y sabe qué hicieron, qué hacen e, incluso, mucho de lo que harán.
El secreto del nuevo ídolo laico al que todos acuden, le piden y, en algunos casos, adoran.
Las estrategias de negocios que se propone lanzar a partir de su consolidación.
Lucas Morando - Diario Perfil
PROMOCION DIVINA
Iglesias en EE.UU. atraen devotos comparándose con el buscador. izq. a der.: “Existen algunas preguntas que no pueden ser respondidas por Google“ y “(..)Cuando Google falla, Dios toma el mando”, proclaman los presbiterianos. Otra propone: “Google no puede satisfacer todas las búsquedas”.
Google ya está a la altura de Dios
No tiene un lugar en el cielo ni está provisto de la típica mitología que suele envolver a todas las religiones, pero en menos de 10 años el buscador más usado y conocido del planeta empieza a ser considerado por muchos fanáticos como un verdadero émulo e incluso un competidor del Creador.
Sin intentar caldear los ánimos de las almas más creyentes, un poco en serio y un poco con el objetivo de promocionarlo, algunas organizaciones virtuales como La iglesia de Google (The church of Google) promueven la masificación del Googlelismo, una “religión” que dice haber encontrado mayores y reales ventajas en divinizar la figura de Google antes que creer en preceptos más tradicionales.
El planteo de estos devotos es que, a diferencia con las religiones más convencionales, Google ofrece evidencias científicas y claras de su verdadera esencia divina al mismo tiempo que cuenta con varias de las atribuciones clásicamente que tiene un Dios. Por eso, argumentan, “rechazamos los típicos dioses con características sobrenaturales ya que no son comparables”. Tanto fanatismo despertó esta particular visión que sus impulsores no vacilaron en redactar un decálogo con las pruebas que justifican su tan particular fe.
Del cielo a la tierra
Si bien a esta altura se puede pensar que lo anterior, en algún punto, es una locura de algún adolescente que no tiene nada mejor que hacer, pero varios especialistas consultados por PERFIL coincidieron con algunos de estos conceptos: “Google hoy es la ventanilla donde se concentra el acceso informativo a muchas de las prácticas cotidianas.
Permite desde lo más básico como comprar una entrada para ir al cine hasta enterarse cuál es el último planeta descubierto en el Sistema Solar”, explica Susana Finquelievich, autora del libro La innovación ya no es lo que era, y completa: “Para algunas personas no religiosas es lo más importante después del amor, el dinero y la salud”.
Y para los que sí son creyentes, se está convirtiendo en algo que casi le pisa los talones al Ser Supremo. De hecho, varias sedes de iglesias presbiterianas y baptistas en los Estados Unidos se promocionan con frases de tipo: “¿Necesita respuestas para las difíciles cuestiones de la vida? Cuando Google falla, Dios toma el mando” (ver fotos).
Dependencia
Otros enfocan este fenómeno desde la cantidad de información vital sobre millones de usuarios de todos los rincones del planeta que concentra el megabuscador en sus servidores. En una verdadera metáfora de la divinidad, el buscador sabe qué es lo que hicieron, lo que hacen y lo que harán (puede predecir patrones de consumo y es el “gran innovador” de la web). “Google guarda todos tus emails, tus fotos, tus calendarios, los documentos de tu trabajo. Nadie tiene tanto poder en el mundo virtual y eso se termina derramando en el mundo real”, indicó Mariano Amartino, consultor de tecnología.
Los especialistas consultados coincidieron en que si el buscador se “apagara”, al menos por un tiempo se viviría un temporal “caos”. Y no hay que olvidarse que la gran mayoría de las páginas que existen en Internet sólo se conocen gracias a que el buscador las ha indexado en algún momento. Como un creador, las encontró y popularizó para que millones de personas las descubran. Quizás por eso, Amartino se permitió un giro poético: “No se si Google es Dios, pero al menos es el que tiene la llave del cielo”.
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