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Otro escándalo sin explicación oficial
Más dudas que certezas ha aportado hasta ahora el Gobierno con sus tardías, confusas e incompletas respuestas sobre la valija con casi 800.000 dólares en efectivo que se le incautó al empresario venezolano Guido Antonini Wilson al llegar a Buenos Aires, procedente de Caracas, en un vuelo chárter rentado por Enarsa, sociedad manejada por el Estado argentino.
El vuelo arribó en la madrugada del sábado último al aeroparque metropolitano, pero el Gobierno y Enarsa demoraron cuatro días en exponer su versión de los hechos, lo cual resultó más que sugestivo.
Hasta el momento, ningún funcionario y menos aún el Presidente explicaron qué destino tenía el dinero, lo cual crea suspicacias tanto por las sumas millonarias que se manejan en los contratos con Venezuela y las ventas de bonos argentinos como por los casos de corrupción que últimamente han involucrado a funcionarios de nuestro país. Llama también la atención que quien sí podría haber explicado el propósito de ingresar en el país con semejante suma haya podido salir fácil y raudamente del país con destino a Uruguay, en cuestión de horas, pese a que podía estar implicado en delitos mucho más graves que una mera infracción aduanera.
Poco claro ha sido el motivo de la presencia de cinco venezolanos entre ocho pasajeros en un avión privado cuyo alquiler fue pagado por Enarsa. El presidente de esta compañía, Exequiel Espinosa, era uno de ellos y, sin embargo, en el Gobierno no hubo la menor sospecha sobre su proceder. En cambio, se prescindió de los servicios de Claudio Uberti, hombre de máxima confianza del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, que se vio forzado a dejar su cargo de director ejecutivo del Órgano de Control de Concesiones Viales (Occovi).
En su papel de defensor frecuente de cuanto funcionario sea sospechoso de corrupción, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, dijo que hubo "un abuso de la buena fe de los funcionarios argentinos por parte de funcionarios venezolanos que les pidieron que trajeran a una persona con una valija con semejante cantidad de dinero sin que nadie lo supiera". El ministro del Interior, Aníbal Fernández, por su parte, dijo que, en realidad, debemos sentirnos como él, "orgullosísimos" de que "los funcionarios [de la Aduana] hayan actuado como tenían que actuar" en el aeroparque metropolitano.
Surgen más dudas que certezas, insistimos. La primera: ¿es habitual que el Estado pague vuelos privados, de alto costo, para funcionarios con cargos intermedios, en lugar de utilizar aviones de línea? No parece convincente la respuesta del ministro Fernández sobre la inclusión de Antonini Wilson en el vuelo: "Como había lugar, ¿por qué no traerlo". Tal afirmación da lugar a otra pregunta: ¿es habitual que presuntos desconocidos viajen en vuelos privados sólo porque sobran asientos?
Menos convincente aún parece la excusa brindada por el jefe de Gabinete sobre la escasa frecuencia de vuelos entre Caracas y Buenos Aires, en especial para un gobierno que presume de su rechazo del despilfarro de otros tiempos. En esos otros tiempos, durante el gobierno de Carlos Menem, las valijas con dinero de su cuñada, Amira Yoma, esposa del traficante de armas Ibrahim Al Ibrahim, ingresaban en el país sin control aduanero alguno.
Da la casualidad, dentro del mar de especulaciones que desató este nuevo episodio de corrupción, de que una bolsa con dinero encontrada en el baño de su despacho ministerial forzó la renuncia de la ex ministra Felisa Miceli y que, por valijas con 60 kilos de cocaína halladas en el aeropuerto madrileño de Barajas, dejó de operar la compañía aérea Southern Winds.
En un año electoral, en el cual siempre se sospecha que los fondos para las campañas pueden provenir de rutas poco habituales y cubiertas de neblina, y tras los recientes escándalos de corrupción que todavía jaquean al Gobierno, la sociedad espera de las autoridades nacionales algo más serio que respuestas tardías y tan poco convincentes, que no han despertado más que una ola de rumores sobre el dinero incautado.
Si los funcionarios involucrados pertenecen al área de De Vido, ¿por qué se quiso atenuar el escándalo sólo con la separación de Uberti de su cargo? ¿Acaso el ministro no debería responder por hechos de esta magnitud?
Es en estas circunstancias cuando se advierte la necesidad que tiene la República de consolidar sus instituciones y de tener una oposición firme que no dependa de la ocurrencia de tal o cual candidato o legislador, sino de partidos que honren el bien común. Mientras tanto, el misterio de la valija debe ser aclarado e investigado hasta las últimas consecuencias. De lo contrario, sentará otro precedente de impunidad.
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