- GANADERIA -
Negro futuro para la ganadería
La ganadería vacuna está mostrando signos de declinación, consecuencia de las erróneas decisiones adoptadas a partir del último trimestre de 2005, cuando se introdujo una distorsión productiva basada en establecer un peso mínimo de faena del ganado, mayor que el habitual. Le siguieron la prohibición de exportar carnes, continuada entre otras restricciones, por la implantación de reducidas cuotas de exportación. Y todo ello sumado a la intervención del mercado de Liniers, sazonada con amenazas e improperios destinados a enfrentar a productores y consumidores.
De esa forma, la ganadería nacional, que se preparaba para sacar ventaja de una poco común oportunidad de expansión sobre la base de los precios internacionales crecientes y la trabajosa y sostenida política, fue incubando una crisis cuya explosión será inexorable.
Aquí y en todo el mundo, la ganadería vacuna registra ciclos productivos en cuyo desenvolvimiento alternan etapas de expansión y reducción de su producción. Los vientres juegan un papel clave en este proceso, por su doble condición de bienes de capital y bienes de cambio, que se manifiestan en uno u otro sentido según las circunstancias. Cuando el negocio es rentable, se retienen vientres, que se comportan como bienes de capital reproductivo con el propósito de expandir los rodeos y ampliar el negocio, mientras que bajo condiciones desfavorables, los animales son vendidos como bienes de cambio para sacrificarlos.
La historia de la última mitad del siglo XX mostró una sucesión de ciclos de una duración aproximada de cinco a seis años, con alrededor de dos períodos anuales de retención de vientres y animales jóvenes, y, por consiguiente, de menor producción de carnes; otros equilibrados y, finalmente, otros dos de liquidación de vientres y también de animales jóvenes, con un aumento temporario de la producción.
El gobierno nacional, con las medidas mencionadas, provocó el aborto de ese ciclo de retención y abrió el cauce al desaliento con la consecuente liquidación de vientres y animales jóvenes. Pruebas al canto, durante los últimos meses se registraron altas ventas de hembras, que han alcanzado nada menos que el 47% de las ventas totales de la especie. Como otras tantas veces, mientras se debate si el ciclo se encuentra en su etapa de claudicación productiva, la ganadería parece haber tomado pasaje en el tobogán productivo. Tanto la Confederación de Asociaciones de Buenos Aires y La Pampa como Confederaciones Rurales Argentinas y la Sociedad Rural Argentina han alertado sobre este importante tema. Profundiza el proceso aludido la mayor rentabilidad de los granos, producción que ocupa los lugares que va dejando la crianza de ganado.
La arremetida contra los mercados ha desatado, entonces, un proceso transitorio de aumento de la faena por liquidación de existencias, que a no mucho andar se convertirá en escasez y altos precios de la carne que nadie podrá contener, salvo que se recurra otra vez a cerrar aún más el grifo exportador, con sus nefastas consecuencias.
Ahora, en vísperas de la contienda electoral, los oídos seguirán siendo sordos hasta que, algún tiempo después, la crudísima realidad sacuda los tímpanos oficiales. Si bien es cierto que se ha abierto el diálogo entre el gobierno y el campo, y que se intenta aportar medidas compensatorias del perjuicio mencionado, no son suficientes para repararlo ni para detener el proceso de descapitalización ya iniciado.
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