- LA INFOMUERTE -
De puño y letra
Un brindis y un requiem
Por Ricardo Frascara
Ser periodista es como ser cantante; siempre se escribe y siempre se canta. Al ponernos frente a frente o codo con codo en cualquier reunión amistosa un grupo de periodistas, no podemos hacerlo sin recordar un nombre, una anécdota, una aventura de la actividad que nos envuelve. Las cabezas que se juntan en cada rincón de la mesa crean un murmullo general que sobrepasa al tintineo de las copas y los platos, susurran o hasta gritan chimentos, recuerdos de redacción, delirios y verdades, dolores. Como dice Gabo García Márquez, "... Andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo". Al brindar junto a las setenta y pico imágenes del legado dramático de Robert Capa, que se expusieron este año en el Centro Cultural Borges, no pude dejar de sentir que se trataba de una celebración no común: fue un tributo a quienes en aras de la información, actores conscientes en el escenario peligroso en que se desarrolla la prensa libre, han caído desgajados de este árbol que, igualmente, se mantiene firme y crece lozano. Somos herederos de todos ellos, y de todos a los que sin haber sido asesinados les han cercenado la palabra, han sido apresados o radiados por presión de los distintos poderes. Así aquí estamos, aquí están miles de veteranos de redacciones tratando de ser escuchados en cien idiomas, aquí están miles de jóvenes de todas las razas que se lanzan a cambiar el mundo desde un teclado, o con una cámara, a escarbar en las miserias y en los círculos deslumbrantes, a criticar, a denunciar, a sostener, a enaltecer una prensa libre que es basamento esencial de la sociedad democrática.
Organizaciones internacionales de prensa dan a conocer cada año la cantidad de periodistas asesinados de distinta forma y en diferentes regiones del mundo. Son cifras que conmueven. A lo largo de la historia la lista es interminable. Nada más que en su jurisdicción, la Sociedad Interamericana de Prensa consignaba en pocos años 168 asesinatos hasta 1988 y a partir de allí, con un registro detallado, ya que la fuerza con que son atacados no decrece, registra 263 muertes violentas de hombres y mujeres de prensa hasta 2002. En los tres años siguientes dieron su vida en Irak españoles, italianos, franceses, norteamericanos... En noviembre de 2001 el periodista español Paco Luis del Pino, exponía en La Vanguardia, a raíz de la muerte de su compatriota Miguel Gil y el norteamericano Kurt Schork en Sierra Leona, una imagen simplificadora de este sentimiento de entrega: "Y no eran héroes, la fama les sabía a mierda y la amistad, a gloria".
Las fotos de Capa, que tan lúcidamente da vida a la muerte, incluso a la suya, al quedar registrada la última toma, minutos antes de que lo despedazara una mina antipersonal en Indochina en mayo de 1954, dejando abierta otra incógnita con la muerte temprana, me hacen recordar a los amigos que dejaron su obra inconclusa. Ellos cruzaron mi vida como relámpagos, quedaron en mi escritorio las huellas de sus manos y en mis ojos permaneció su mirada.
¿Qué es la esencia del periodismo, un faro para tanta gente joven? Cualquier definición puede resultar superficial. Es una conjunción de vocación y actitud. Por eso los periodistas que aman al periodismo no lo toman sólo como una profesión, es una elección de vida. No entienden otra manera de vivir. ¿Qué mueve a un hombre o a una mujer a enfrentar la muerte por transmitir una acción a través de una hoja escrita, una foto, una película, un mensaje sonoro? Porque no son kamikazes, ni desprecian la vida, tampoco son tipos esencialmente aventureros. Son, sí, claramente hombres y mujeres enteros. Me siento orgulloso por ellos. Elisabetta Piqué, corresponsal de La Nacion en media docena de frentes de guerra, acertó con la esencia del trabajo: "Cuando uno está en el frente de batalla, ve sólo una pequeña parte de la realidad en directo. De pronto, alguien que tiene acceso a varios medios tiene más información de todo el asunto. Pero lo que le da valor a una crónica desde el frente es que lo que veo está ocurriendo exactamente en el momento en que soy testigo". Por eso el drama que registró Capa desde la exaltación de León Trotsky en 1932 hasta el camino de Namdinh, 22 años después, es permanente, lo vivimos hoy entre nosotros. El 3 de mayo último, Día de la Libertad de Prensa, supimos que el balance de 2005 dio 63 periodistas asesinados.
Veo los rostros emerger de decenas de redacciones entre 50 años de recuerdos. Y pienso si en el momento supremo habrán tenido algún anuncio, alguna premonición que desecharon, como le dijo Mariano Moreno a su hermano Manuel al embarcar en la fragata La Fama: "No sé qué cosa funesta se me anuncia en mi viaje". ¿O habrán partido con una sonrisa?
* El autor es argentino, escritor y periodista
La Nación Revista
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