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La pelea porteña se convirtió en un tanteo de la presidencial
La presencia de Macri en la Capital, como candidato, pondría al Gobierno ante la posibilidad de enfrentar una derrota en uno de los cuatro principales distritos del país Más volcado por ahora a ser candidato a jefe de gobierno que a presidente de la Nación, Mauricio Macri ha provocado con su sola presencia una infrecuente expectativa en la nación política. Roberto Lavagna anticipó que apoyará su candidatura en el acto si Macri resolviera en los próximos días quedarse en la Capital. Ricardo López Murphy está dispuesto a vestirse las ropas de candidato presidencial si Macri no estuviera en la carrera por el poder nacional. Sólo Elisa Carrió, que ha hecho de la soledad su política y su virtud, parece indiferente a la decisión electoral del presidente de Boca.
Al revés de toda la oposición, el gobierno de Néstor Kirchner dice estar seguro de que Macri será candidato presidencial y que se irá, por lo tanto, del fragor capitalino. ¿Suposición? ¿Información? ¿Expresión de anhelo? Parece más esto último que cualquier otra cosa. La presencia de Macri en la Capital, como candidato, pondría al gobierno nacional ante la posibilidad de enfrentar una derrota en uno de los cuatro principales distritos del país y, sin duda, en el más iridiscente de todos.
Una de las consecuencias políticas del adelantamiento electoral decidido por Jorge Telerman fue precisamente ése: colocó a la oposición en el deber político de combatir en la Capital a vida o muerte. Una cosa era la Capital con elecciones muy cercanas a las presidenciales, cuando la opinión pública estará obsesivamente expectante del duelo nacional, y otra es con comicios que se harán casi cinco meses antes de la pelea de fondo. La elección de la Capital se ha convertido, así, en una especie de tanteo previo de las presidenciales.
"El 60 por ciento de su voluntad está en la Capital y el 40 por ciento en las presidenciales", dijo ayer una fuente inmejorable del universo macrista en referencia a su líder, que sólo aseguró que tomará la decisión definitiva en la próxima semana. Lavagna anticipó ayer que no hará ningún movimiento propio en la Capital y que respaldará de inmediato a Macri si éste se decidiera por la candidatura a jefe de gobierno en los próximos días. El anuncio del ex ministro no es desinteresado: espera luego reciprocidad de Macri para su proyecto presidencial.
Resulta, sin embargo, que López Murphy también está dispuesto a hacerse cargo de una candidatura presidencial por la coalición con Macri si éste dejara vacante ese lugar.
¿Hay todavía posibilidad de que los tres coincidan en un proyecto electoral común? Nada es imposible en política, pero el ensayo resulta complicado en principio. Hasta el propio López Murphy, que tiene un debate cultural de fondo con Lavagna, suele recordar que él no fue quien inició la ronda de agresiones públicas con el ex ministro. "Roberto me agredió en un programa de televisión y yo decidí callarme, pero en un posterior reportaje radial me pasaron aquellas declaraciones de él y no tuve más remedio que contestarle", recordó López Murphy.
Dirigentes de las dos coaliciones, la de Pro y la de Lavagna, están hablando. La pregunta sin respuesta se refiere a si esos diálogos terminarán en actos o serán palabras que se llevará el viento. Fuentes lavagnistas aseguraron en los últimos días que emisarios de Macri le habían propuesto un pacto a Lavagna.
Según tales fuentes, la oferta consistía en estos puntos: deponer las candidaturas presidenciales y sentarse en una mesa para elegir la estrategia y el candidato; reescribir un programa que expresara a las dos fuerzas; comprometerse a que, fuera quien fuere el candidato presidencial, luego Macri y Lavagna recorrerían juntos el país, y conformar listas de candidatos legislativos que estarían integradas en un 50 por ciento por Pro y en otro 50 por ciento por la coalición de Lavagna. Las fuentes señalaron que Lavagna había desistido de seguir negociando en tales condiciones.
Macri desconoció que él hubiera enviado personalmente esas propuestas, aunque las consideró "razonables". En última instancia, la oferta trataría de comenzar una negociación sin hechos consumados, como consideran la candidatura de Lavagna, y sin la aceptación a libro cerrado del programa de éste, difundido a fines de diciembre último. Conlleva también un mensaje clave de Macri: no está dispuesto a ser un aliado "tácito" de Lavagna, sino sólo explícito y formal. "No aceptará el veto de Alfonsín a una alianza explícita. Lavagna debe decidir si se queda con Alfonsín o si busca algo más nuevo", dijeron a su lado.
Lo cierto es que tanto Lavagna como López Murphy ven un margen más amplio para disputar la elección presidencial desde que Macri deslizó que hay más posibilidades de que se lo vea en el combate capitalino. La relación entre los tres es ríspida, a veces desconfiada, y fría por momentos. Pero ¿la política no está hecha también de todos esos condimentos? La primera ronda de esas negociaciones comenzará hoy, cuando Macri y López Murphy se reúnan para empezar a decidir quién será qué cosa y cómo seguirá la historia entre ellos.
Kirchner lo quiere a Macri en la disputa nacional porque sencillamente cree que su apellido, el de él y el de Cristina, es imbatible por ahora. En la Capital, las cosas tienen otro color: el oficialismo está dividido entre Telerman y el ministro de Educación, Daniel Filmus. El Presidente no tolera los aires independentistas del actual jefe de gobierno, que, no obstante, ha logrado hacerse de una buena base electoral.
Filmus es un buen funcionario próximo a batir el récord histórico de permanencia como ministro de Educación. Dispuesto a pedir licencia mientras dure su candidatura, el problema de Filmus es que gran parte de la sociedad capitalina no lo conoce. Kirchner, que fue quien decidió la candidatura de Filmus, será también el que decidirá en su momento si llegará a las elecciones de la Capital con dos candidatos o con uno. Luego de lo que sucedió con Daniel Scioli, que pasó de demonio a dios sin solución de continuidad, sabemos que Kirchner no les opone resistencia a las encuestas verdaderas.
Y Kirchner sabe, mejor que nadie, que no puede correr el riesgo de una eventual derrota en la Capital, donde está la sociedad más esquiva del país para el mundo kirchnerista. Una contradicción no lo abandona: en estas horas está cerca de Hugo Chávez, pero su cabeza y su corazón maquinan sobre las decisiones de Macri, en el otro lado de la curva ideológica.
Por Joaquín Morales Solá
Para LA NACION
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