- POLITICA Y MEDIOS -
La política sin Magnetto
Por JORGE FONTEVECCHIA
Dicen que Kirchner sólo les teme a dos cosas, a los Estados Unidos y a Clarín. Y dicen también que uno de los objetivos del segundo período presidencial K será anular “la amenaza Clarín” dejando de depender de un proceso de continua negociación, con las tensiones, contraprestaciones y los riesgos que ello implica, para pasar a someterlo. O sea, recorrer el camino que separa el controlar algo de dominarlo. Para ello habría un menú de múltiples opciones que podrían llevar a cabo inversores adictos al Gobierno: la compra hostil de una parte de las acciones que están en manos del banco norteamericano Goldman Sachs (18%) hasta la compra acordada de una parte significativa de las acciones que están en manos de los principales accionistas, esencialmente Ernestina de Noble y Héctor Magnetto (el 82% restante). O una combinación de ambas con el agregado de presiones de todo tipo.
Por más fundadas que sean estas conjeturas, son sólo rumores. Pero lo que no es una conjetura es que la salud de Héctor Magnetto, el dínamo y conductor de Clarín, ha vuelto a empeorar y ya pocos consideran probable que pueda volver a sus funciones plenamente.
La extraordinaria energía, dedicación y capacidad de Magnetto desplegada durante 35 años en Clarín le permitieron a un diario exitoso transformarse en el mayor grupo de medios de la historia de la Argentina (y en relación al tamaño de la economía de nuestro país, proporcionalmente el mayor del mundo). Pero esas mismas virtudes hacen casi imposible encontrar un sucesor que se encuentre a la altura de los desafíos. No sólo hacen falta los atributos clásicos de un gerente general de una gran empresa, cualidades que no abundan en ninguna parte del mundo, sino, también, una inusual capacidad de negociación política, estómago para llevarla a cabo, experiencia de años en ser tan zorro como brillante, resistencia al estrés extremo, cuero duro, nervios de acero y presión arterial inconmovible.
A los romanos de la época del imperio les gustaba decir que para ser pretor había que contar con un corazón que pudiera latir a no más de sesenta pulsaciones por minuto. Probablemente Magnetto lograba controlar el suyo a esa velocidad pero, de ser así, la procesión le pasaría por otra parte del cuerpo.
Conducir un diario es un trabajo insalubre. Magnetto supervisaba personalmente los títulos de tapa de Clarín todos los días hasta casi la medianoche. Recuerdo que durante la época de la crisis económica de 2002 me dijo que hacía meses que no dormía bien.
Política y periodismo
El desgaste al que está sometido quien dirige una organización de la influencia política y social de Clarín podría ser comparable al del Presidente del país. Con sólo ver las fotos de cada presidente al momento de asumir y otra al final de su mandato se podría inferir que cada año en ese puesto se envejece varios más. Y Magnetto (sólo 62 años) hizo esgrima con Kirchner, Duhalde, De la Rúa, Menem, Alfonsín, Bignone, Galtieri, Viola, Videla, Isabel Perón, Perón, Cámpora, y Lanusse.
Sin Magnetto al frente de Clarín le sería al Gobierno menos complejo aspirar a controlarlo y, en el caso de que ése fuera su objetivo, menos costoso dominarlo. Curiosa la suerte de este Gobierno que en sólo algunos meses le toca experimentar la jubilación de Claudio Escribano, la muerte de Julio Ramos y ahora la enfermedad de Magnetto, los pesos pesados de los diarios La Nación, Ambito Financiero y Clarín.
Una eventual influencia del Gobierno en Clarín tendría consecuencias en todo el periodismo. Por citar sólo un ejemplo, en esa hipótesis, el diario La Nación podría quedar en minoría y el Estado en mayoría en Papel Prensa, la estratégica proveedora de papel que abastece al 80% de todos los diarios argentinos.
En 2001 Magnetto dijo: “Los medios ayudan a identificar y difundir los temas que constituyen la agenda de la sociedad y los posicionan en el debate público. A veces se ha cuestionado el ejercicio de este rol, pero resulta indudable que del amplísimo espectro de temas que conforman la realidad social, algunos resultarán más urgentes, preocupantes o complejos y la prensa se ocupará de ellos prioritariamente.
Es el público quien juzga cotidianamente cómo los medios identifican la agenda pública: nadie puede sostenerse con temáticas forzadas. Cualquier medio que no se esfuerce de manera permanente en escuchar y detectar por dónde pasa la realidad y el interés público terminará inexorablemente perdiendo credibilidad.
Algunos acusan a los medios incluso de construir la realidad. Se suele escuchar: ‘Lo que no pasa por los medios no existe’. Sin embargo, es fácil observar la gran cantidad de hechos sociales no previstos por los medios, pero a los cuales éstos son literalmente arrastrados: desde protestas sociales hasta hechos de inseguridad. Los medios siempre están desbordados por lo que pasa afuera de sus salas de redacción. Pueden identificar aspectos de la realidad que revistan interés periodístico, investigar otros, adelantarse y competir para abordarlos mejor.
Por eso, creo que la frase citada es mucho menos cierta que la inversa: ‘Si los medios no están donde está la gente, no existen’. Ningún medio que tenga verdadera gravitación sobre la sociedad habrá llegado a ese lugar de reconocimiento si no sabe escuchar y detectar por dónde pasan la realidad y el interés público, sometiendo esa visión a un análisis crítico y leyéndola desde su propia visión de la sociedad”.
Conclusión.
Independientemente del provecho que pudiera sacar para sí o su grupo, Magnetto es un dique de contención para un Gobierno con aspiraciones hegemónicas. La política no sería la misma sin él.
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