- LA EDUCACIÓN -
"La realidad educativa no se cambia por un papel"
Bergoglio dijo que un cambio formal puede ser una trampa
La Nación Cultura 05.07.2006
"Las grandes salvaciones de los problemas educativos no vienen por los cambios de los papeles. Cuando queremos cambiar los papeles solamente, las cosas siguen igual o peor."El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Bergoglio, tuvo en vilo ayer a medio millar de asistentes en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, que esperaban su palabra sobre "Problemáticas educativas actuales" cuando se debate en el país una nueva ley de educación.
El prelado estimó que si se opta no por lo real sino por lo formal se cae en una trampa y señaló que en el germen de los grandes fracasos culturales hay una negación de la realidad.
Dijo que los chicos vienen a la escuela "preconstruidos", con un lenguaje que los mismos docentes a veces no entienden, no por no ser idóneos, sino porque se renueva día tras día. Y usan un lenguaje apocopado -"che, pa", ejemplificó- que no tiene que ver con el lenguaje del Quijote. Pero observó que "a la persona hay que buscarla donde está, no donde queremos que esté". Y a esos chicos que van a plantear preguntas, quizá la respuesta más madura sea: "No te entiendo, no sé, contame".
Expresó que la realidad de la historia nunca se cambió por un papel, sino por una revolución del corazón, y de un corazón que ve. "Cuando la revolución se hace desde un corazón que no ve o desde un corazón necio, también se cambian las cosas, pero para mal", afirmó.
Se refirió al marketing educativo y al gatopardismo que pretende decir "cambiamos todo para no cambiar nada". Y afirmó que "no hay gatopardismo sin un interés espurio abajo", con lo que arrancó un primer aplauso generalizado del auditorio.
Dijo que conducir en medio del oleaje de estos tiempos es bravo. Y afirmó que "siempre es fácil hablar desde los papeles, pero es comprometido hablar delante de un rostro".
Aunque tenía algunos apuntes, Bergoglio apenas los leyó. Habló mirando al público, despaciosamente, con tono íntimo, trayendo ejemplos y anécdotas. "Se guitarrea de lo lindo en educación", dijo. "¡Qué clara la tiene!", comentó por lo bajo una joven contadora.
Al enfocar las tensiones por resolver, el cardenal pidió que la educación venga de la realidad y no de adaptarla "a recetas internacionales que son prácticas de laboratorio". Esas recetas recién hoy dicen: "¡Qué importante es educar en valores!", dijo, y descubren lo que cualquier maestra jubilada -"mi tía decía: «Yo soy maestra del tiempo de Yrigoyen»"- sabía y se jugaba la vida por esa verdad.
Ante una realidad fragmentada, abogó por reconstruir puentes. "Hay que restaurar el pacto educativo, que hemos perdido en la Argentina -dijo-La familia va por un lado, el Estado por otro, los gremios por otro. Y el chico, en el medio, hace lo que quiere, lo que puede o lo que le dejan hacer."
Pidió "cercanía", porque "la dosis de soledad de los chicos es más alta de lo que creemos", aunque se envuelva en la patota, la amistad superficial o el pijama party. Pero no "la cercanía prêt-à-porter, con sonrisa de azafata -advirtió-, que el chico rechaza de movida", sino verdadera projimidad, personalizada y personalizante, que es involucrarse en su vida para crecer ambos. Animó a relacionar los jóvenes con los abuelos, que deben tener un lugar sapiencial en la sociedad, y dialogante.
Bergoglio -que fue presentado por el presidente del Consejo, Humberto Gussoni, en un salón que se llenó apenas terminó el partido Alemania-Italia- usó términos futboleros. Como "no pateemos la pelota afuera, no eludamos los problemas". O "pensar que no se puede hacer nada es colgar los botines antes del partido".
Una contadora, Liliana Bergonselli, comentó : "Conociendo al gremio, cayó muy bien".
Jorge Rouillon
La Nación
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