- LA CIENCIA y EL MAR -
Las aventuras de Craig Venter
Un padre del Genoma Humano descubre un tesoro genético marino
A siete años de haber sido uno de los protagonistas del desciframiento del genoma humano, Craig Venter terminó la primera fase de su proyecto para catalogar el material genético de los microorganismos marinos y descubrió más de 6 millones de genes nuevos y miles de proteínas.
Como estos microbios remueven el dióxido de carbono de la atmósfera, algunos científicos los ven como una solución contra el calentamiento global; otros creen que son la clave para producir energía limpia, hallar vida en Marte o desarrollar drogas contra el cáncer. Por qué hay quienes comparan a Venter con Darwin.
En el año 2000 su nombre dio la vuelta al mundo por haber sido, desde el sector privado, una parte esencial para la culminación de uno de los proyectos científicos más ambiciosos del siglo XX: el desciframiento completo de los genes que integran el cuerpo humano. Siete años después de aquella hazaña, Craig Venter no tiene más los pies sobre la tierra.
Desde 2003 pasa sus días a bordo del Sorcerer II –su propio velero al que convirtió en un laboratorio flotante–, abocado nuevamente a una tarea titánica: tomar muestras del mar para armar un catálogo de la biodiversidad genética de los microorganismos marinos, considerados fundamentales para la supervivencia de la atmósfera terrestre; y tesoros potenciales para desarrollar desde nuevas fuentes de energía alternativa hasta la capacidad de identificar vida Marte.
Venter y su equipo multidisciplinario y multicultural (está integrado por investigadores de los EE.UU., México, Costa Rica, Panamá, Chile) ya están consiguiendo resultados. Según tres extensos papers publicados en la revista PLoS Biology, sólo en la primera fase de su expedición llevan descubiertos más de seis millones de genes nuevos, miles de novedosas familias de proteínas y un grado increíble de diversidad microbiana.
Nuevo enfoque. La expedición Sorcerer II Global Ocean Sampling (GOS) está inspirada en la de Darwin a bordo del HMS Beagle y en la del HMS Challenger, en el siglo XIX.
Pero a diferencia de esos viajes pioneros, aquí se clasifican a las nuevas especies no por sus apariencias sino por sus códigos genéticos únicos. Algo que se inscribe dentro de una disciplina emergente llamada genómica ambiental, o metagenómica, que consiste en secuenciar comunidades enteras de microbios en lugar de organismos individuales; y los recolecta en sus hábitat.
Para esta primera etapa, Venter y sus colegas tomaron 41 muestras de agua cada 320 kilómetros, a lo largo de un total de 8 mil kilómetros (ver gráfico). Las filtraron y obtuvieron los microorganismos útiles para el proyecto, a los cuales pudieron estudiar gracias a nuevas y poderosas herramientas informáticas desarrolladas especialmente para ese fin. ¿El resultado? Una base de datos sobre la diversidad genético-geográfica ambiental de 6.300 millones de pares de bases, el doble del tamaño del genoma humano.
Clave.
Entre los muy importantes resultados obtenidos por la expedición, se destaca el descubrimiento de que, en lugar de una, como se pensaba, existen 20 familias de proteínas kinasas, enzimas que juegan un rol fundamental en la producción de la energía que el organismo necesita para vivir. “Observando a todos estos lejanos parientes microbianos podemos entender más acerca de las kinasas humanas y su relación con el cáncer y otras enfermedades”, explicó Gerarg Manning, especialista en bioinformática del Instituto Salk de Estudios Biológicos, que integra la expedición.
Por su parte, Craig Venter sintetizó: “Este trabajo no sólo ofrece un nivel sin precedentes de descubrimiento de nuevos genes y familias de proteínas, sino que además brinda un análisis obligado de la evolución y el funcionamiento de estos genes y proteínas dentro del contexto mayor de los organismos interactuando con su medio ambiente”.
La agencia de noticias científicas EurekAlert! no escatimó optimismo : “Así como Darwin no tenía noción del papel central que jugarían los pinzones para el desarrollo de su teoría de la Evolución a partir de la selección natural, cuando juntó a esas aves en su viaje en el HMS Beagle, todavía es difícil predecir qué impacto tendrá en nuestro conocimiento del mundo natural la enorme cantidad de ADN de microbios marinos recolectados por Craig Venter y su equipo”.
Luciana Díaz
Diario Perfil
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