- GUERNICA -
Picasso y la guerra
Por Alina Diaconú
Para LA NACION
Las imágenes que aparecen estos días en la televisión son apocalípticas, como es la realidad de toda guerra. Escuchamos las voces de unos y de otros, defendiendo tal o cual posición y pensamos que nada nos convence. Que no hay justificación posible. Que ninguna teoría puede explicar la utilización de métodos que provoquen tanto dolor, tanta destrucción, tanta atrocidad.
Y retorna a nuestra memoria la imagen más paradigmática y conmovedora que el mundo entero tiene a la vista cuando recuerda Guernica , el famoso cuadro de Picasso.
La pintura no sólo representa la crueldad de un ataque aéreo nazi en plena Guerra Civil Española sobre la población civil e indefensa de Guernica -hecho de por sí aterrador-, sino que la trasciende.
Simboliza, en una escena atemporal, carente de cualquier signo identificatorio de nacionalidad, los horrores de todo bombardeo, de toda guerra, de cualquier guerra: muestra el saldo que implican, recalcando la inmensa vulnerabilidad de la condición humana en estas situaciones extremas.
Hay en la obra de Picasso mujeres desesperadas: una madre abrazando a su hijo muerto, otra con los brazos alzados pidiendo socorro, otra con una lámpara en la mano, una cuarta arrastrándose; un hombre abatido en el piso. Los animales tampoco se salvan, un caballo muestra su expresión de dolor, un pájaro, probablemente herido, también aparece en el cuadro con sus alas desplegadas. Un sol con una bombilla eléctrica en el medio, convertido en un gran ojo que lo ve todo, y un toro - acaso representando el poder aplastante del enemigo- completan la escena.
"Pintado con negros colores", en blanco y negro y en todas las variedades de grises posibles, Guernica nos señala que la vida en semejantes circunstancias no puede tener otro color. Más allá de las ricas interpretaciones de índole pictórica dadas por la crítica, Guernica es un grito en el cielo desde la tierra, una llamada de atención, un alegato imborrable contra cualquier contienda.
Hombres, mujeres, niños y hasta los animales son las víctimas del furor bélico. Todos parecen clamar justicia, piedad.
No se ve ninguna bomba en Guernica , ningún avión, ni siquiera una llama incendiaria. Sin embargo, el cuadro es harto elocuente de todas estas cosas, sin mostrarlas. Porque lo que está en el cuadro es la desesperanza, la tragedia, un grito universal.
Han pasado setenta años desde que esta tela fue pintada por Picasso (1937). ¿Qué ocurrió en todos estos años? ¿Cuántas nuevas guerras hubo, cuánto nuevo horror?
Krishnamurti se ha referido muchas veces al tema de la guerra, hablando de sus terribles consecuencias: destrucción, intolerancia, brutalidad, violencia. "Se puede averiguar cuáles son las causas de la guerra -dice Krishnamurti-, sean éstas económicas, nacionales, religiosas, o tengan su origen en la arrogancia de los políticos, en las ideologías, en los compromisos, etcétera; a pesar de eso, continuamos asesinándonos unos a otros en nombre de Dios, en el nombre de una ideología, en el nombre del país o de lo que sea. ¡Ha habido 15.000 guerras en 5000 años!" Estas palabras fueron dichas hace más de tres décadas y siguen teniendo plena vigencia, con el agregado de un montón de guerras más a las 15.000 denunciadas por el pensador indio.
¿Nada se puede hacer? Hay sabios e intelectuales que han atribuido la existencia de la guerra a la proyección hacia el afuera de una violencia personal que existiría en cada ser humano.
Si seguimos contando hacia atrás, llegaremos a Caín y Abel. Y si es así, debemos concluir en que el trabajo que hay que hacer es con uno mismo, con nuestras pulsiones agresivas. Ellas conviven dentro de nosotros junto con sentimientos como el amor, la solidaridad, el altruismo, la generosidad, la bondad.
Quizás estos sentimientos, que también están en nuestra esencia, puedan transformarse en nuestra elección de vida. ¿Será muy utópico pensarlo?
Si nos atenemos a películas como La comedia del poder , acaso seamos escépticos. Pero los ideales nobles no pueden abandonarse, por más arduo que resulte el camino.
R.W. Emerson no estaba lejos de esta idea del trabajo personal interno cuando escribió: "Nada ni nadie puede darte la paz más que tú mismo". Es decir que la paz empezaría por casa, por uno. Y volviendo a Krishnamurti con una paráfrasis del título de uno de sus libros, diríamos: la paz individual es la paz del mundo.
Anaïs Nin fue una precursora cuando expresó: "Vamos a la Luna. No es muy lejos. El hombre puede ir tanto más lejos dentro de sí mismo".
El cuadro Guernica refleja la estampida de la desesperación, de la violencia desenfrenada y de la muerte producidas por la guerra. Es un cuadro que se mira con los ojos, pero que se siente en el alma. A pesar de las cruentas realidades que nos tocan hoy, creemos que algún día algo cambiará. Que, como sostienen los maestros, algo podremos cambiar dentro de nosotros. Entonces, este cuadro emblemático de Picasso no habrá sido pintado en vano.
El último libro de la autora es Intimidades del ser.
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