- LA CUMBRE DEL MERCOSUR -
Entre duros encontronazos y fáciles distensiones
Opinión Editorial La Nación
Joaquín Morales Solá
Probablemente Fidel Castro no volverá a la Argentina mientras gobierne Kirchner. El fiero encontronazo que han tenido excedió los gélidos párrafos de una carta. Kirchner se reencontró, en cambio, con su viejo amigo Tabaré Vázquez; prefiere preservar el clima de distensión que se ha creado entre ellos antes que apurar una solución inmediata del conflicto de las papeleras.
Michelle Bachelet es su amiga; hubo explicaciones y hubo, también, garantías implícitas a la presidenta de Chile por la provisión del gas argentino.
El único encuentro frío fue con Fidel Castro. Todas las otras reuniones presidenciales fueron cálidas en lo humano y excelentes en lo político . La descripción proviene de alguien que estuvo siempre cerca de Kirchner. Sirvió para explicar que el conmovedor discurso de Tabaré Vázquez en la reunión ampliada del Mercosur le había caído muy bien al mandatario argentino. Ha vuelto el Tabaré de siempre , reflexionó luego el propio Kirchner. Tabaré Vázquez habló de las papeleras, pero no lo hizo desde los argumentos del Estado, sino desde las razones del corazón.
Fidel estuvo a punto de ordenarle a su avión regresar a Cuba sin aterrizar en la Argentina. Kirchner lo había presionado con una amenaza de órdago para que su gobierno recibiera la carta por Hilda Molina.
Las cosas sucedieron, más o menos, de esta manera. El gobierno argentino le hizo saber al cubano que Kirchner plantearía el caso de Molina en una reunión a solas con Castro. No. Castro no aceptaba ese planteo. Viaja a la Argentina para reunirse con el Mercosur, no para hablar de Hilda Molina , le contestó el canciller cubano al canciller argentino.
Bien, Kirchner no hablaría de Hilda Molina, pero le entregaría a Castro una carta. Taiana partió con el mensaje y se lo dejó a su homólogo cubano, Pérez Roque. Respuesta cubana: Castro no recibiría una carta de esa naturaleza. Kirchner empezaba a sentir que el calor le subía hasta los pelos. Debió recordar las veces que su esposa, Cristina, le había advertido: Si vos vivieras en Cuba, ya estarías preso hace mucho tiempo.
Partió entonces la tercera propuesta argentina: la carta firmada por Kirchner sería entregada al canciller cubano. Castro ya estaba en vuelo hacia la Argentina. Respuesta: Es el gobierno de Cuba el que no acepta ese tipo de cartas.
Kirchner enfureció. Lo llamó a Taiana y le dio instrucciones muy precisas. Advertile a Castro que si no me recibe la carta, yo hablaré de Hilda Molina delante del Mercosur y que no firmaré el convenio del Mercosur con Cuba.
Castro ya estaba en la Argentina y no fue a la cena inaugural de la reunión cimera. Las decisiones del Mercosur son por consenso. La ausencia de la firma del presidente argentino hubiera puesto en riesgo todos los convenios con Cuba. Sólo a la mañana siguiente Castro ordenó a su canciller que recibiera la carta. Señor presidente de Cuba fue el trato frío y ceremonial que Kirchner le dispensó a Castro en adelante, mientras todos los demás iban del clásico Fidel a secas hasta el compañero Fidel para referirse a él.
Hay que reconocerle a Kirchner que esta vez fue coherente con su discurso sobre los derechos humanos y que defendió los derechos negados a dos ancianas cubanas y a dos niños argentinos, impedidos de conocer a su abuela y a su bisabuela. Castro no contestó la primera carta de Kirchner por la médica cubana; ¿le contestará la segunda?
Que Kirchner haya cumplido con su deber no garantiza, desgraciadamente, que Hilda Molina pueda viajar a la Argentina. Fidel está cada vez más caprichoso e intransigente. El desenlace de este caso es un serio traspié para el canciller Taiana, propulsor de una política de respetuosa frotación a Castro que no ha dado ningún resultado.
Uruguay fue el contraste. El primero en distenderse fue Tabaré Vázquez, que llegó a Córdoba con signos de tensión porque no sabía cómo lo recibirían. Kirchner le dio un primer abrazo cuando lo vio en la cena inaugural. Ya se habían abrazado en Caracas, pero el gesto tuvo un sentido más importante en territorio argentino. Alberto Fernández le dio el segundo abrazo. Tabaré Vázquez tenía reservado además un lugar en la mesa principal, cerca de Kirchner. El presidente uruguayo se distendió. Empezó a bocetar las ideas básicas de su discurso del día siguiente.
Hubo una reunión breve y fuera de agenda entre Kirchner y Tabaré. Salió el tema de las papeleras. Tenemos que volver a hablar , le deslizó el uruguayo a Kirchner. El argentino sostuvo -y sostiene- que el diálogo nunca estuvo roto de su lado.
Kirchner puso cara seria cuando lo escuchaba a Tabaré en su improvisado discurso. Nada de lo que dijo Tabaré le cayó mal. Vimos en Uruguay una posición acuerdista , dijeron al lado del Presidente. A Kirchner le preocupaban más -es cierto- las palabras de Tabaré que las bromas de Chávez a Lula o los fárragos de Castro sobre la cirugía ocular. Pero era la cara seria que pone Kirchner cuando se concentra escuchando a otro. Sucede, sí, que muy pocas veces se lo ve escuchando a otro; casi siempre está entretenido en sus propios soliloquios.
Quiero cuidar este buen clima , dijo Kirchner poco después sobre el conflicto con Uruguay. Buscará una fórmula que contenga también a la sociedad de Gualeguaychú ( ¿para qué hablar prematuramente de grandes acuerdos cuando debemos evitar que los puentes se corten otra vez? , explicó) y no quiere afectar los derechos argentinos ante el tribunal de La Haya. Una fórmula, necesariamente compleja, se analizará en los próximos días. Alberto Fernández se comprometió con Tabaré a reanudar el diálogo con su amigo uruguayo Gonzalo Fernández.
La cancillería argentina se aferró a la derrota de La Haya y devaluó el clima creado entre los presidentes. Otro error. Todo es más complicado cuando los diplomáticos confunden una derrota con una victoria. Uruguay también fue advertido por La Haya. Más les vale a los dos países trabajar en un acuerdo bilateral, aunque sea -como seguramente será- largo, arduo y difícil.
Importan los símbolos. Julio De Vido incluyó a Uruguay en el acuerdo con Venezuela para la refinería del petróleo que Caracas venderá en la Argentina, convertido en combustible, en las estaciones de Pdvsa. Uruguay participará también, junto con Venezuela y la Argentina, de la explotación petrolera de la cuenca del Orinoco. Y Montevideo es una estación inmodificable ya del gasoducto del Norte, que la Argentina construirá desde la boliviana Tarija.
Uruguay dejó de desconfiar de la provisión energética argentina. Nos dieron luz cuando corríamos el riesgo de quedar a oscuras , dijo un uruguayo importante.
De Vido le propuso a Kirchner que le cobrara a Chile el mismo precio del gas que Bolivia le impuso a la Argentina. No. A Michelle la tengo que ayudar ahora y no complicarla , lo instruyó Kirchner. Hubo aumento del precio, pero no tanto. La Argentina le pidió más gas a Bolivia. Chile tendrá más gas argentino. La garantía de abastecimiento está implícita y no puede ser firmada; lo impiden la ley argentina, que habilita a exportar sólo los excedentes del consumo interno, y la histórica mala relación entre Bolivia y Chile. La tensión ha disminuido con Santiago.
Quedaron las divagaciones de Chávez sobre un Mercosur convertido en alianza ideológica; sería la muerte súbita de la alianza comercial. Sólo a los caudillos que creen en la vida eterna y hasta en el más allá se les ocurren esas cosas.
Por Joaquín Morales Solá
para La Nación 23.07.2006
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